CRIOLLO Y SANADOR: NUESTRO SAUCE
Salix Humboldtiana lo llama la ciencia, “ibirá pucú” le dicen los guaraníes, lo conocemos hoy como sauce criollo, sauce amargo lo llaman también, por el sabor de su corteza.
Es el árbol nativo de más amplia distribución en Argentina: desde Jujuy hasta Chubut, siempre junto a cursos de agua, lagos, lagunas y cualquier suelo con agua sub superficial.
El género “salix” tiene otras especies en el mundo, entre las más conocidas existe el sauce llorón (salix babylonica para la ciencia), el único nativo es nuestro sauce criollo aunque todos tienen un elemento en común: son sanadores.
Antes de Cristo, Hipócrates señaló entre las plantas eficaces contra el dolor al sauce, en especial a su corteza. Con las guerras napoleónicas se suspendió el tráfico de quinina( utilizada como analgésico, antipirético, pero su uso masivo fue para combatir la malaria) con Europa y fue entonces que se volvió a la vieja práctica de la cocción de las hojas de sauce, pero en 1830, un investigador alemán de apellido Buchner, de la Universidad de Munich, extrajo de la corteza de sauce una sustancia a la que llamó “salicina”, poco después un químico italiano asistente de la Universidad de La Sorbona, de apellido Piria, separó la salicina en dos y a la parte cristalizada la llamó “ácido salicílico” y fue a fines del siglo XIX que el farmacéutico Félix Hoffman elaboró el “ácido acetilsalicílico” (salicílico porque se extrae del salix o sauce), ácido al que denominó “Aspirina”que es hasta hoy uno de los medicamentos más utilizados y eficaces del mundo como antifebril, analgésico y antiinflamatorio.
Dicho esto, nuestro querido sauce criollo cobra una trascendencia especial.
Se trata de un árbol robusto que puede llegar hasta los dieciocho metros de altura, de copa amplia, hojas simples, caducas, color verde claro, alargadas, finas, con los bordes aserrados. Sus ramas son finas, flexibles. Su corteza es color castaño- grisácea, muy gruesa y rugosa con profundos surcos longitudinales, aún en ejemplares jóvenes. Flores pequeñísimas que se agrupan en racimos pendulares en el extremo de las ramas nuevas, los frutos consisten en cápsulas de cuatro a cinco milímetros de longitud, de color castaño oscuro agrupadas del mismo modo que las flores. Al abrirse esas pequeñas cápsulas dejan ver unos pelos blanquecinos que rodean a las semillas.
Se lo considera un excelente forraje de emergencia, en algunos lugares se los poda para alimentar al ganado cuando todavía no ha brotado el pasto.
Con la llegada de los fríos otoñales, durante unos días, el follaje de nuestros sauces adquiere una hermosa tonalidad amarilla. Desde siempre se lo ha utilizado como ornamental, vive silvestre desde el norte de la Patagonia por toda la Argentina templada y cálida, llega a formar bosques puros- sauzales- es un árbol muy apto para forestar campamentos, recreos, parques, bulevares y calles.
El cancionero popular no podía perderse el tejer amores y escenas variadas alrededor de nuestro sauce, como la confesión de Manuel J. Castilla:
“Bajo este sauce solo yo
te he querido
y se ha quedado el sauce
tan pensativo…”
Con exacerbado misterio encontramos una copla anónima que dice así:
“Debajo del sauce verde
donde corre el agua fría
no me quisiera acordar
espejo del alma mía…”
Jaime Dávalos recopiló una copla que hace referencia a la facilidad de reproducir sauces a partir de trozos de tallo o estacas. Dice así:
“Hay que ser como es el sauce
si lo hachan vuelve a crecer
y aunque lo pongan de poste
comienza a reverdecer…”
Además de todas las bondades mencionadas, el sauce criollo, como todo árbol nativo brinda albergue a las aves que en él se posan, que utilizan como dormidero y que además construyen en él sus nidos. Es también la planta nutricia de algunas orugas que luego serán bellas mariposas. Su sombra nos reconforta brindando frescura en los tórridos días de verano…y como si fuera poco, nos calma la fiebre y los dolores cuando lo incorporamos a nuestro organismo en forma de aspirinas (ácido acetilsalicílico), sustancia que generosamente nos brinda su corteza. ¿No merece eterna gratitud nuestro sauce criollo?
Por: Bibiana Manfroni
Bibliografia:
Árboles Autóctonos Argentinos. José Santos Biloni. Ed. TEA
Árboles Nativos del Centro de Argentina. Demaio. Karlin. Medina. Ed. L.O.L.A.
100 Árboles Argentinos. Haene. Aparicio. Ed.Albatros.
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