LAS PIEDRAS

Desde siempre, la dureza y duración de las piedras impresionaron a los hombres. La piedra es lo contrario de lo biológico que esta sometido a las leyes del cambio; la decrepitud y la muerte, pero también lo contrario; al polvo, la arena y las piedrecillas, aspecto de la degradación. La unidad y la fuerza fueron simbolizadas por la piedra entera; el desmembramiento, la degradación psíquica, la enfermedad, la muerte y la derrota en la piedra rota en muchos fragmentos. Desde la fabricación de los primeros utensilios y herramientas siempre estuvieron muy vinculadas al hombre; fueron utilizadas para señalar lugares de adoración, como era la piedra sagrada del Templo de Jerusalén. Era el centro de la ciudad, y la ciudad se consideraba el centro del mundo. Las piedras caídas de cielo, llamadas piedras negras o aerolitos, son citados en múltiples tradiciones, piedras consideradas “moradas divinas”, una presencia evidente de la divinidad. Los hombres han recogido piedras desde el principio de los tiempos suponían que algunas de ellas contenían la fuerza vital con todo su misterio. Los antiguos germanos, por ejemplo, creían que los espíritus de los muertos continuaban viviendo en sus tumbas de piedra. La costumbre de colocar piedras en la tumba parte de la idea simbólica de que algo eterno permanece de la persona del muerto representado en una piedra. Muchos cultos religiosos utilizan piedras para significar a Dios o para señalar lugares de adoración. El santuario más sagrado del mundo islámico es la Kaaba, la piedra negra de la Meca bendecida por Mahoma, santuario sagrado al que millares de musulmanes hacen una peregrinación anual. Los cristianos, en el centro del altar, donde deben ser depositados la hostia y el cáliz, tienen obligatoriamente una piedra consagrada por el obispo, llamada “piedra de consagración”, y los altares portátiles deben ser siempre de piedra. Según el simbolismo eclesiástico cristiano, Cristo es “la piedra que reprobaron los edificadores”, que llegó a ser” cabecera de esquina” (LucasXX:17). También se lo llamó “roca espiritual”. Los alquimistas medievales, buscaban el secreto de la materia esperando encontrar a Dios en ella o, al menos, el funcionamiento de la actividad divina, creían que ese secreto estaba en su famosa piedra filosofal. La piedra de alquimia (el lapis) simboliza algo que nunca puede perderse o disolverse, algo eterno que los alquimistas comparaban a la experiencia mística de Dios dentro de nuestra alma. Otra piedra simbólica es la Piedra de Scone (o Piedra del Destino) en la que se coronaba primitivamente a los reyes escoceses. Fue llevada, por los ingleses, a la abadía de Westminster en el siglo XIII, pero nunca perdió su importancia para Escocia. El día de Navidad de 1950, un grupo de nacionalistas escoceses robó de la abadía la piedra y la llevó a Escocia, retornó a la abadía en abril de 1951. La piedra preciosa por excelencia, considerada como símbolo de dureza y brillantes, es el diamante, en todas las tradiciones es símbolo del orden y la perfección, de la estabilidad, de la luz y la inmortalidad. Platón denomina al pilar del mundo el “eje de diamante” y en el simbolismo hindú y budista, todo lo que tiene un significado “central” o “axial” está generalmente asimilado en esta preciosa piedra. El diamante es también símbolo de Cristo, uniendo así la “piedra preciosa” con el simbolismo de la “piedra angular “que sostiene a su iglesia. La piedra en la actualidad paso a ser un material que no tiene el valor simbólico de los antiguos, pero no se debe olvidar la importancia que tuvo este símbolo para la antigüedad. Hoy en día estamos vinculados con las piedras preciosas en la joyería, pero también hay una creciente tendencia mundial en buscar las propiedades curativas en cada una de ellas y en los beneficios emocionales y físicos que puede traer a la vida. Pero este tema quedará pendiente para otra ocasión. Hoy en día mucha gente busca piedras de especial belleza, es común verlo en nuestras playas, no pueden evitar recoger piedras de color o forma poco corrientes y las guardan sin saber porque lo hacen. Es como si las piedras tuvieran un misterio vivo que las fascinara. Fuente: Internet/F. Martínez

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