LAS FACTURAS Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL
Las facturas que nos acompañan en el desayuno y la merienda, que comemos con el café con leche en una confitería, con los mates en la playa o en nuestra casa tienen un significado.
El pastelero y profesor en la Universidad Nacional de Entre Ríos, Vicente Campana, dice: “La mayoría de los argentinos no conoce el significado de las facturas y porque se llaman así, creen que simplemente son nombres divertidos, creados en broma. Pero en realidad fueron los anarquistas, que eran anti-gobierno, anti-policia, anti-iglesia, quienes les dieron esos nombres para llamar la atención sobre tendencias políticas.” Así a fines de 1800 un sindicato de pasteleros anarquistas uso sus pasteles para hacer propaganda.
Factura (del latín facere), significa hacer o crear, hoy en día significa un recibo. Argentina es el único país que llama factura a sus pasteles. El gremio de pasteleros uso la palabra para mostrar el valor de su trabajo, los panaderos eran de la clase trabajadora y eran poco valorados.
Durante el ataque otomano a Viena, a comienzos del siglo XVI, cuenta la leyenda que los austríacos crearon un pastel parecido a un croissant con masa de hojaldre y forma de medialuna, en referencia a los símbolos del Islám y los comían frente a los soldados turcos, era una blasfemia para sus invasores. Siglos después estos pasteles llegan a Sudamérica y en Argentina se los llama medialunas y se los cubre con almíbar.
Argentina vivía épocas difíciles luego de declarada la independencia, recién tuvo su primera constitución en el año 1853, luego de 37 años de desorden. Comienza una etapa menos turbulenta que permitió el crecimiento de Buenos Aires y que se convirtiera en un centro internacional de negocios. Pero las clases medias y bajas vivían mal con inflación, fraude electoral y corrupción.
En Europa también se luchaba por mayores derechos para los trabajadores, crecía el pensamiento anarquista y comunista que demandaba por estos derechos.
A lo largo del Siglo XIX, Buenos Aires recibió gran cantidad de inmigrantes europeos, especialmente españoles e italianos, que buscaban vivir en una sociedad libre de la autoridad soberana, militar o religiosa.
El italiano Errico Malatesta, huyo de Europa para Sudamérica cuando fue condenado a prisión por sus actividades revolucionarias en Italia, como escribir publicaciones socialistas y organizar marchas anarquistas.
En 1885 llegó a Buenos Aires se asoció con otros europeos anarquistas y con otro italiano, Ettore Mattei, que había organizado el sindicato para los pasteleros en la ciudad. En 1887, la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos convocó a una huelga, por más de una semana las panaderías estuvieron cerradas.
Es entonces cuando las panaderías cambiaron los nombres de algo que los ciudadanos comen todos los días, injuriando con apodos al gobierno, los militares y la iglesia que según ellos coartaban la libertad individual.
A partir de esa huelga se fabricaron facturas con distintos nombres y formas como:
Bolas de fraile o Suspiro de monja: son buñuelos cubiertos de azúcar, para ironizar sobre los curas y las monjas.
Sacramentos: tienen relleno de membrillo, su nombre es una crítica a la iglesia Católica.
Cañoncitos: conos de hojaldre, rellenos de dulce de leche o crema pastelera espolvoreados con azúcar impalpable, hacen alusión a los cañones del Ejército.
Vigilantes: parecen los bastones de la policía, en algunos casos llevan membrillo o crema pastelera, o ambos, son una burla contra las fuerzas policiales.
Libritos: masa delgada cuya forma parece un libro, hace referencia al elemento fundamental para la educación.
Muchas industrias fueron a la huelga en los años siguientes como carpinteros, mecánicos, zapateros, al frente de las protestas estuvo Malatesta, quien dejo Buenos Aires en el año 1889, pero por mucho tiempo perduró su inspiración en los trabajadores de reclamar por sus derechos. El movimiento anarquista creció en Argentina a lo largo del Siglo XX.
Hoy en día en todo el país y por supuesto en las panaderías de nuestro barrio, la mayoría de los argentinos seguimos usando los nombres dados a las ricas facturas por aquellos pasteleros que luchaban por la igualdad y los derechos de los trabajadores.
Por: Matías Fernández - Fuente: Internet
Comentarios
Publicar un comentario