CORTADERAS: EMBLEMA DEL PASTIZAL PAMPEANO

Cortadera, plumerillo, hierba de las pampas. Para la ciencia su nombre es ”Cortaderia selloana”, pertenece a la familia de las gramíneas. Es una especie botánica de pastos rizomatosos muy altos, endémica de Sud América, se extiende desde el sur de Brasil hasta el norte de la Patagonia. Crece en sitios soleados y en general está asociada a terrenos húmedos, pero tiene una gran amplitud ecológica y puede por ejemplo, formar extensos manchones en los médanos costeros de la provincia de Buenos Aires. Posee una gran capacidad de recuperación pudiendo crecer en suelos que han sufrido los efectos del fuego. Sus semillas se dispersan fácilmente, por eso muchas veces crece en terrenos baldíos de la ciudad de Buenos Aires o recuperar otros ambientes que han sido abandonados, como bordes de alambrados y en grietas sobre viejas construcciones. El pastizal pampeano debido a su alta productividad es posiblemente el ambiente más modificado de la Argentina, la cobertura original ha sido reemplazada por monocultivos, montes de árboles exóticos o campos de cría de ganado hasta el punto en el cual resulta difícil descubrir un sitio en que el hombre no haya cambiado las cosas. Sin embargo en un cortaderal donde estas plantas forman matas densas más altas que un hombre y ocultan el entorno, se logra sentir la magia de un escenario prístino que nos remonta a cientos de años atrás y nos sorprende en cada momento con variadas manifestaciones de vida. Quien haya recorrido un cortaderal hacia finales del verano, cuando los penachos recién abiertos, elevados a tres o cuatro metros de altura y brillando al sol con tonos rosados o blanco plateados recordará esa experiencia como algo especial, como esos momentos de comunicación con la naturaleza en que nos sentimos parte de un todo. El nombre de cortadera con que se la conoce, alude al borde cortante de sus largas y curvadas hojas, de manera que si se pasa la mano en forma rápida hacia el centro de la planta, el filo corta la piel. Hay quienes le dan el nombre de cola de zorro en alusión a sus grandes inflorescencias. Las crónicas cuentan que la especie llegó hasta España en los años 1940 cuando la escasez de alimentos de la posguerra obligó a importar cereales de Argentina desde donde llegaron las semillas mezcladas con el grano, ya en 1950 aparece descripta en terrenos cercanos al puerto de Santander, se fue extendiendo rápidamente en especial en las cunetas de las rutas españolas, hoy aparecen cortaderas en Cantabria, Asturias, Galicia y Países Vascos. Se ha vuelto una especie invasora en España, especialmente en la zona de Navarra , sus profundas raíces le permiten sobrevivir en condiciones extremas, por lo que suele aparecer en ambientes degradados, además sus ligeras semillas pueden viajar varios kilómetros llevadas por el viento. Debido a esto, nuestra cortadera está incluida en el catálogo español de especies exóticas invasoras y por tanto está prohibida su venta en España, excepto en Canarias donde sí se permite. A pesar de su aparición sorpresiva e invasiva en España, nuestra cortadera tiene éxito en varios países como especie cultivada como planta exótica ornamental, es frecuente verla en jardines ingleses donde se la conoce como “pampas grass” ( pasto pampeano); en España se la llama “ carrizo de las pampas”. Es ideal para formar matas aisladas o pequeños conjuntos en superficies amplias de césped, a su vez, hay concesiones viales nacionales que utilizan las cortaderas como separadores en los canteros centrales o en los costados de caminos. Sin embargo lo más frecuente es que se la desprecie, lamentablemente la vemos desaparecer de los balnearios de la franja costera cuando se realizan forestaciones o loteos y lo primero que se encara es la “limpieza” del terreno para luego colocar plantas “finas” o de moda, creando así jardines sin vida nativa natural. La incorporación de las cortaderas es ideal en parques y jardines, en especial en sitios soleados, en cuanto a la disposición en los espacios verdes, es interesante esta especie como elemento intermedio entre los árboles y las plantas herbáceas reducidas, su asociación puede ser mediante ejemplares aislados o grupos, siendo preferible evitar las formas simétricas, formas geométricas puras y las rectas que evocan disposiciones menos naturales que se ven como forzadas en la percepción del paisaje. De esta manera muchas aves nativas podrían anidar allí y resultar además un resguardo para mamíferos, si los hubiera en la zona, como cuises, coipos o carpinchos. Es de esperar que cada día sea más la gente que tome conciencia de la importancia enorme que tienen las plantas nativas para el mantenimiento de todas las formas de vida de una región, de manera que no sólo se la salvaguarde y proteja sino que también se la incluya en proyectos de parques y jardines. Por: Bibiana Manfroni Bibliografía: Naturaleza y Conservación (Aves Argentinas / AOP) Cortadera. La vida en el pastizal pampeano. M. Canevari. E. Haene. G. Burgueño. A. Gurni.

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