CONOZCAMOS AL DT ENRIQUE. PARTE 10

La vida continuaba muy tranquila, la familia de Enrique y Helena se habituaron al ritmo de los uruguayos. Mientras, los muchachos entrenaban casi todos los días, las muchachas tenían sus obligaciones, como llevar los chicos al colegio, hacer las compras o preparar la comida. Llegado el fin de semana, Abigail habla con Helena para decirle que la semana próxima se va a Colombia, para ver a su familia y estar un tiempo en su país. Abigail estaba muy contenta porque veía que todos se habían adaptado muy bien a Uruguay y que los chicos estaban felices, por lo tanto, como los quería mucho, se iba a Colombia con la tranquilidad de que todos estaban muy bien. En el fin de semana, Nacional enfrentó a Wanderers, un equipo que peleaba los primeros puestos del campeonato uruguayo, pero los muchachos de Nacional, que estaban jugando muy bien, resolvieron el partido con un triunfo por 4 a 2, manteniendo así el invicto. Siguieron varios triunfos en el campeonato uruguayo, pero en la Copa Libertadores no pasó lo mismo, porque quedaron eliminados en primera ronda. Esta eliminación llevo al Técnico Basilico a presentar la renuncia. Después de que la renuncia fue aceptada, asumió como director técnico Manuel Esparrago Verde, quién mantuvo la base del equipo, pero tuvo que hacer algunos cambios obligados por las desvinculaciones de varios jugadores, por ejemplo, Miguel Brindisi, quién se fue para Argentina debido a problemas personales y, también, se fueron Alvar Rejoda y Arsénico Mortaldo, quienes fueron vendidos. Con nuevos muchachos en el primer equipo, no decayó el buen juego que tenían en el campeonato local. Consiguieron nuevos triunfos, mantuvieron el invicto hasta la última fecha de la primera rueda cuando perdieron con Cerro, de visitante, por 2 a 0. A pesar de la derrota, mantuvieron la primera junto a Danubio y Wanderers. Continuo el campeonato, mientras los demás equipos cosechaban triunfos, empates y derrotas, el equipo de Nacional no perdió ningún partido en toda esta segunda rueda. La espectacular racha hizo que terminaran campeones con 7 puntos de ventaja sobre el segundo. Mientras se desarrollaba el campeonato, Enrique era uno de los jugadores más reconocido por los hinchas de Nacional, cada vez que paseaba por la calle o estaba en un restaurant, no paraban de solicitarle autógrafos, fotos o un simple choque de manos, lo que le resultaba un poco extraño y le costaba adaptarse a esa popularidad, pero esto no llegaba a opacar el gran gusto y la comodidad que sentía de vivir en Uruguay. Además, los chicos disfrutaban de la escuela, jugaban al futbol en divisiones inferiores y se habían hecho de varios amigos y, también, Helena se sentía muy felíz, porque podía desarrollar su pasión por la pintura y por la música, podía ver más seguidos a su familia, a sus suegros y a las amigas de su infancia. Siempre habían querido tener una casa en la costa y pudieron concretarlo al comprar una casa en un pueblo que se llama José Ignacio, que está a unos 30 km al norte de Punta del Este y a 150 km de Montevideo. Esta casa, la ocupaba preferentemente, Helena y los chicos, casi siempre acompañados por Clau y sus hijos. Iban casi todos los fines de semana, cuando los muchachos tenían que jugar algún partido de futbol. Particularmente a Helena le gustaba mucho ese lugar, porque podía desarrollar su pasión por la pintura. Encontraba hermosos paisajes caminando por la playa o simplemente mirando por la ventana, ya que la casa quedaba sobre la playa. En la mayoría de las noches, los chicos se ponían a tocar y cantar canciones en una amplia terraza que tenía la casa y las madres los acompañaban con todo placer. Atrás había quedado la visita de Helena y Clau a la exposición de cuadros en la Galería de Arte de Anter. Habían ido ese sábado, invitadas por el dueño, con mucho interés por ver los cuadros del Francés Renoir Pincel. Al llegar a la Galería las recibió Anter, quien se sintió muy felíz al verlas, las hizo pasar, las invito a tomar algo y a que disfruten de la hermosa exposición. Clau se encontró con varios conocidos, los saludo y les presento a Helena, para luego ir a recorrer las distintas habitaciones. Iban mirando las pinturas expuestas, cuando en un momento Helena se quedó parada frente a una de las pinturas, observándola, disfrutándola, admirándola. En eso se acerca Anter y le pregunta: “¿Qué obsejva con tanto detalle, querida Helena?”. “Estoy impactada por esta hermosura, - le respondió Helena – siento al verla cada trazo que invirtió Pincel en este lienzo, veo la fiereza del autor, veo su locura en los colores y siento su plasticidad mientras fue desarrollando los bosquejos primarios. Realmente me a apasionado ver esta pintura que está expuesta aquí. De todas las que vi es la que más me impactó. Por esta pintura vale haber venido a esta exposición. Muchas gracias, Anter, por haberme invitado” le dice Helena. “Muchas gjacias a Uds. Por aceptar mi invitación -responde Anter- poj darme cuenta que valió la pena invitajlas, ya que encuentjo muy apropiadas sus palabjas sobje esta pintuja, pojque, como usted dice Helena, paja mí, también, esta es la mejoj pintuja de Renoir Pincel. Aunque la pintuja más famosa es la que todo el mundo está obsejvando en el hall centjal, yo también creo que esta es una majavilla. Veo que Ud., conoce mucho de pintuja, mi quejida. Me entusiasmo al pensaj en podej vej sus cuadjos. Seja hejmoso podej hacejlo cuando Ud. lo cjea posible, mi quejida Helena”. “Ya podremos combinar un día para que venga a casa a almorzar y ver las pinturas que tengo en mi atelier, ¿le parece bien?” le responde Helena. Clau interviene diciendo: “Por supuesto, vamos a hacer un rico asado, Anter, los muchachos son grandes especialistas, serás nuestro invitado especial. Te queremos Anter”. “Yo, también, hejmosa. Gjacias chicas, segujo que los muchachos son excelentes asadores, espejo la invitación cuando quiejan. Ahoja, sigan poj todos los demás cuadjos que exponemos, diviejtense, que yo sigo con la recorrida de la Galejia, así hablo con los demás. Otra vez, muchas gracias poj venij. Tomen y coman algo, poj favoj”. Se saludaron con un afectuoso abrazo. Las chicas siguieron mirando la exposición, disfrutaron de todos los cuadros hasta que llegó la hora de partir. Cuando se van, Clau la invita a Helena a cenar al restaurant “El Bolso” así veían a sus amigos que trabajan en él. Disfrutaron de una rica cena, atendidas por Walter, el maitre y cocinada por su amigo el chef Whasu. Llegada la medianoche se fueron en el auto de Clau a descansar cada una a su casa. Cuando Helena termina de pintar el Faro de José Ignacio, coloca el cuadro en la pared del living para que todos lo vean. El primero en llegar es Enrique, quién queda admirado al ver la pintura. “Amor, es perfecta. Le sacaste todo el color y belleza a ese faro. ¡¡¡Mil felicitaciones, Cariño!!!” le dice Enrique y se acerca a darle un beso y un abrazo. Detrás entran los chicos, “Es hermoso el cuadro, mamá” grita Juancito. “Si, mamá, está rebueno. Nosotros estuvimos ahí, pá y este parece más lindo que cuando lo miras en directo” le dice Juanes. “Es verdad, es hermosísimo lo que pinto mamá. Démosle entre todos u abrazo y un beso grande.” dice Enrique, mientras todos la abrazan y besan. Llegó el lunes al mediodía, era el día que habían invitado a Anter a almorzar. Enrique y el Muro se habían puesto a hacer el asado como casi todos los lunes que tenían franco. Mientras las chicas se divertían charlando y haciendo las ensaladas en la cocina, los chicos jugaban en el living. En eso, suena el timbre, corre Juan a ver quién es: “¡¡¡Mamá, el señor de la Galería!!!” grita Juancito. “Hacélo pasar al living, Juancito, que ahí vamos. Gracias hijo” le dice Helena. Juan le abre, lo saluda y lo hace pasar al living diciendo que enseguida venia su mamá. Clau, y Helena entran al living y se encuentran con Anter. “Hola, Anter -dice Helena- Bienvenido a casa y gracias por venir” “Gjacias, a Uds. poj invitajme”. Agradece Anter. “Hola Anter, -dice Camila- qué bueno que vino. Lo estábamos esperando” y le da un abrazo a Anter. “Esos chicos que lo recibieron, dos son mios y los otros son de Clau. Bueno, pero póngase cómodo, Anter. Deme el abrigo y ya le traigo algo de tomar” dice Helena “Gracias, Helena, le he traído un vino para compartij” responde Anter. “Muchas gracias, no se hubiese molestado en traer algo, pero muchas gracias, otra vez, es Ud. muy generoso” agradece Helena, toma la botella y el abrigo y lo lleva a guardar. (Continuara) Por: Juan Bermúdez - enjuber@hotmail.com

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