EXTINTOR / MATAFUEGOS
En la historia de la humanidad el fuego ha sido uno de los elementos más importantes descubierto por el hombre. Aprendió al mismo tiempo como prenderlo y apagarlo. Su uso le trajo muchos beneficios pero también grandes peligros, a lo largo de la historia fueron muchas las ciudades, como Roma y Londres, por ejemplo, destruidas totalmente por un incendio.
Para que exista el fuego se necesita una reacción química entre el oxígeno, un material combustible y calor, por lo tanto para apagarlo es necesario eliminar uno de estos tres factores.
El combustible, es el elemento más pesado y grande, normalmente se retira lo que no se ha prendido fuego y se deja el resto para que se queme.
Para actuar sobre la temperatura se suele usar agua sobre el fuego, así se baja la temperatura del combustible y se evita que vuelva a arder.
Eliminar el oxígeno es una gran solución siempre que sean fuegos pequeños que, por ejemplo, se puedan tapar con una manta, pero es imposible en grandes incendios.
En la búsqueda de un instrumento que fuera efectivo para apagar el fuego, en el año 1723, en Inglaterra, el químico Ambrosio Godfrey patenta un barril de extinción de incendios. Éste contenía un líquido extintor, la dispersión y atomización se produce por medio de la explosión de una cámara de estaño que contenía pólvora.
En 1813, William George Manby, inventor y publicista inglés, patentó el que se considera el primer matafuego de la historia. Eran cuatro cilindros metálicos, tres llenos de agua hasta la mitad y el cuarto introducía aire a presión, en la parte superior del aparato había una manguera pequeña y una válvula que cuando se accionaba hacía salir el aire a presión del cilindro metálico arrastrando el agua.
En 1866, el francés, François Charlie, patenta el primer extintor portátil que utilizaba una solución de agua con bicarbonato de sodio que reaccionaba con ácido tartárico, produciendo CO2 (dióxido de carbono) que era el gas impulsor.
A fines de los años 20 aparecen los extintores de agua. El primer extintor de espuma apareció en 1917, hasta que en los años 50 aparecieron los de polvo que tuvieron gran aceptación.
Los matafuegos o extintores son cilindros metálicos llenos de un material extintor que puede ser líquido, sólido o gaseoso, en su interior deben estar presurizados para poder expulsar el agente extintor hacia el fuego. Hoy en día hay matafuegos con diferentes agentes extintores y capacidades que nos permiten combatir los distintos tipos de fuego.
El agua es un agente extintor de los más efectivos pero no puede utilizarse en un fuego eléctrico, ni en combustibles líquidos como, por ejemplo el petróleo, ya que el agua extendería el incendio. Tampoco en incendios químicos ya que podría producirse una reacción con el químico y provocar una explosión.
El dióxido de carbono (CO2) es uno de los agentes más comúnmente utilizado, se conserva en estado líquido en el matafuego, es más pesado que el oxígeno y lo desplaza apartándolo del fuego, y este se apaga.
Las espumas o polvos químicos son los terceros más utilizados, estos en contacto con el fuego liberan (CO2) apagándolo.
Como podemos ver es necesario conocer cuando utilizar cada uno de los diferentes tipos de matafuegos, y que en el momento de necesitarlo tenga la presión adecuada.
Debemos siempre consultar y comprar en establecimientos autorizados. El matafuego es por su costo y fácil uso, una herramienta esencial en la primera intervención ante un siniestro.
Fuente: Internet / Víctor Martínez
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