CONOZCAMOS AL DT. ENRIQUE. PARTE 9
Justo llegan las chicas “Epa -dice Clau- ¿de qué se ríen Uds.?” “Porque este Man, es un capo, ya pidió toda la comida chicas” dice el Muro. “¿En serio -dice Helena- ya pidieron?” “Si. Hasta el vino, pedimos” “Pero, muchachos -dice Clau- estuvimos con Whasu, el chef y nos recomendó que pidiéramos unos sorrentinos con salsa rosa que están muy frescos y muy ricos. Como comimos asado al mediodía, nos parecía que estaba bueno pedirlos. Muro, llama a Walter, así cambiamos lo que pidieron, por favor” se ríen los muchachos y el Muro las mira: “¿Saben que pidió Enrique para cenar? Pues, sorrentinos con salsa rosa”. “¿En serio, Amor? Le dice Helena. “Claro, linda, sabía que Uds. querían comer sorrentinos” mientras se matan de risa, justo viene Walter con los tragos. Mira la bandeja Helena y dice: “¡¡¡Que rico, daiquiris de frutillas!!!” “Qué bueno -dice Clau- aplausos para Uds. Pero una cosa ¿Cómo supieron que queríamos comer sorrentinos?” “Ah, preguntále a Enrique -dice el Muro- se le ocurrió a él, ¿no es cierto, Walter?” “Si, Sra. Camila – dice Walter-el Sr. Enrique hizo todo el pedido. Me pareció excelente, la entrada y el plato principal” “Pero Ud. Le dijo algo, porque como iba a saber lo que me dijo Wha-su” “Creo que no sabía, según contó los vio en una mesa servidos. Me parece que el Sr. sabe de gastronomía por sus elecciones” aclara Walter. “Bueno, muchas gracias – responde Enrique- algo conozco porque un tío abuelo tenía un restaurant de mariscos en la banquina de Mar del Plata, muchas veces andaba con él y me hablaba de gastronomía. Así fue que aprendí trucos y generalidades que hacen en los restaurants, pero, por favor, no me pidan nada ahora, cenemos tranquilos” todos lo miraron y salto el Muro: “Tenes razón, disfrutemos ahora, pero nos vas a contar más en otra ocasión”.
Cuando terminaron de cenar, vino Walter para conocer cómo se sentían y si gustaban algún postre. Enseguida el Muro, sonriendo, dice: “Haber Enrique, ¿qué podemos comer de postre?” “Ha me toreas, bolu – responde Enrique- perdón Señoras si me equivoco. Bueno, con Helena corro con ventaja, para ella unas frutillas con crema”. “Me conoces, Amor. Acepto, unas frutillas con crema” reconoce Helena. “Para Clau, creo no equivocarme, un budín de pan con crema” “Uy, sí quie-ro un budín de pan con crema sola. Gracias Enrique” aplaude Clau. “Y el más difícil es el Muro, porque está entre dos: un panqueque de manzana quemado al rhun con helado de americana o panqueques con dulce de leche. Me decido por lo primero”. “Eso -dice el Muro- quiero un panqueque de manzana quemado al rhun con helado de americana”. “Pero muy bien Sr. Enrique -dice Walter- ¿y Ud.?” “Gracias Walter, yo quiero una tarantela mixta, por favor” responde Enrique. “Enseguida le hago marchar todo” dice Walter y se va para el mostrador. Todos lo miran a Enrique y Helena le pregunta: “¿Que sos vidente, vos? ¿Cómo supiste lo que queríamos?” “No, ni vidente, ni sabiondo. Les dije que tenía un tío abuelo de apellido Di Leva que tenía un restaurant de marisco llamado “Chichilo” en Mar del Plata, siempre me llevaba al restaurant, nos divertíamos, se sentaba conmigo detrás de la barra, jugábamos a adivinar lo que pedían los clientes, primero que comida principal pedían y sobre todo, el juego se ponía más divertido, cuando teníamos que adivinar los postres. El Tío abuelo siempre me dijo que si no me dedicaba al futbol tal vez hoy estaría trabajando en gastronomía. Esa es la historia porque conozco un poco de gastronomía y puedo adivinar algunas cosas que quieren los clientes”. “Bueno -dice el Muro- tal vez un día terminas detrás de tu mostrador porque tenes tu restaurant”. “Muy difícil, Muro -dice Enrique- la gastronomía es un negocio donde comes de primera pero el negocio es de cuarta”. “¿Por qué decís eso? Si les va muy bien a los dueños de acá, por ejemplo” le dice el Muro. “Si, ganar plata podés ganar, comes lo que queres, cuando queres, pero todos los fines de semana estas trabajando de día y de noche, recién cuando sos viejo podes disfrutar un fin de semana con toda tu familia, las vacaciones te las tomas cuando nadie se las tomas, es muy sacrificado, es muy difícil la gastronomía, Muro, por eso no creo meterme en un restaurant” Llegan los postres traídos por Walter, junto con una botella de champan “Barón B natura” con cuatro copas. “Epa Walter, ¿se te pegó esa botella? ¡Qué rico!” dice el Muro riéndose. “No, Sr Walter, esta botella es una invitación de un cliente para Uds.” “Pero muchas gracias al cliente, ¿se puede saber quién es?”. Por detrás de Walter aparece un señor vestido extravagantemente que les dice: “Es un placer Señor Walter y Señora Camila -dice Anter Gomar- poder invitarlos un champan, mis queridos amigos, jaja” se levanta Camila “Querido Anter” -dice Clau mientras lo abraza y le da un beso, lo mismo el Muro se levanta y le da un abrazo. “Mis amigos, tanto tiempo sin verlos, los entrañaba. Gracias por volver, jaja” Se lo presentan a Helena y Enrique como el Sr. Anter Gomar, de nacionalidad esloveno, un gran amigo de la familia, según el Muro “pasaran mil años y nunca va a aprender a hablar sin ese acento esloveno, jaja” todos se ríen. “Quiero felicitarlos porque el triunfo de ayer fue buenísimo y este señor me hizo emocionar hasta las lagrimas” dice Anter, “Gracias Anter, ¿te hice emocionar?” le pregunta riendo el Muro. “No, nene, vos que me vas a ser emocionar, jaja, este muchacho -señalando Anter a Enrique- fue el que me hizo emocionar, con sus goles y con su juego. Que triunfazo” se largan a reír todos. “Bueno chicos, ahora los dejo disfrutar de su cena. Ah, antes querida Camila, el sábado inaguro una nueva exposición en mi Galeria de Arte, me encantaria que vengas”. “¿Este sábado? Si, Anter, Helena ¿me querés acompañar?” “Bueno, vemos Clau” responde Helena. “Mira Anter que Helena, es una excelente pintora de cuadros. Tendrías que verlos algún día” le dice Clau. “Clau, no le exageres al señor. Solo pinto con pasión y placer, gracias amiga” responde Helena. “Son muy buenas tus pinturas, Helena, ya las vas a ver Anter”. “Está bien Querida, las voy a ir a ver cuando Helena me permita, pero este sábado las espejo a las 20 hojas en la exposición. Voy a exponer, entre otros, el francés Renno Pincel, un fenómeno nuevo en el arte. Voy a exponer 3 obras de él y muchas más” “Perdón señor Anter, ¿Renno Pincel es un artista de 30 años, más o menos?” pregunta Helena. “Si, Señora, ¿lo conoce, Ud.?” dice Anter “Si, he vistos algunas obras de él y me parecieron muy interesantes” responde Helena. “Entonces estamos de acuerdo -dice Clau- el sábado estaremos por la Galería y disfrutaremos de la noche. Gracias, Anter por la invitación”. Se abrazan Clau y Anter, después se saludan entre todos. Terminan con los postres, el Barón B y piden la cuenta para retirarse. Viene Walter y les dice: “Queridos clientes, esta noche han sido invitados por la casa. Muchas gracias por haber com-partidos la noche con nosotros”. “No -salta el Muro- no nos hagas esto Walter. Deja que paguemos, por favor, sabes que no nos gusta irnos sin pagar” “Walter, Camila, Helena y Enrique, es un placer para “El Bolso” poder invitarlos esta noche. Sabemos eso Walter, que no te gusta dejar de pagar la cuenta, pero queremos que vengan todas las noches que deseen y tendrán oportunidad de pagar lo que consuman, pero hoy son nuestros invitados especiales, las alegrías que nos dieron son momentos inolvidables para todo hin-cha del Bolso. Además, que vengan a festejar aquí, le den el placer de compartir su estadía con nuestros clientes, es algo impagable. Muchísimas gra-cias, otra vez, por estar cenando en “El Bolso””. Clau es la primera en reaccionar, le da un fuerte abrazo y las gracias “Walter, te quiero mucho”. “Yo, también, Sra. Camila. El cariño es mutuo y lo extiendo para todos” les dice Walter, el Maitre. Todos le dirigieron palabras de agradecimiento a Walter, el Maitre. Cuando van a salir, Walter, el Maitre le dice: “Antes de irse, aquí tenemos algunos regalitos para Uds.” les empieza a entregar un jamón crudo entero, una caja de Malbec Chateau Montchenot, una caja de champan Barón B, una caja de frutillas y un sacacorchos con el escudo de Nacional para cada uno. Cuando se van al estacionamiento los tiene que acompañar un muchacho con un carrito para lle-var todos los regalos que termina cargándolo en el auto. Se van saludando a Jorge con todo cariño y con un hasta pronto.
Por: Juan Bermúdez - enjuber@hotmail.com
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