CAMBIO DE MODELO

Muchas veces escuchamos hablar de modelos, tanto en lo que se refiere a la política, como a la economía, sin adentrarnos demasiado en el complejo mecanismo que establecerlos conlleva. Creemos que es una suerte de “receta”, mas o menos clara, con la que podemos establecer en el mundo real eso que tenemos en el papel. Y cuando lo logramos, casi nunca sale como lo esperábamos. Un modelo, en sentido estricto, es una pauta para ser imitada, reproducida o copiada. Yendo un poco mas allá, para la Real Academia Española es un arquetipo o punto de referencia. Asimismo, en una de sus acepciones, se define como un esquema teórico de un sistema o de una realidad compleja , como la evolución económica de un país, que se elabora para facilitar su comprensión y el estudio de su comportamiento. He aquí, entonces, la cuestión central a nuestro análisis. No se trata solo de un arquetipo, en el sentido antes descripto, que nos permite “jugar” con las características que deseamos contenga nuestro sistema, o siquiera de un Tipo Ideal como Max Weber definía, como esa construcción mental que tiene “el carácter de una utopía en sí, que se obtiene a partir de la exageración mental de determinados elementos de la realidad”. No. Se trata solamente de una especie de “miniatura” de la realidad, de un plan, de un programa de acción. Se trata de un modelo en sentido estricto. Ese sistema, planteado en el papel, nacido del ejercicio mental de un pensador, de un científico, de un técnico, será capaz de transformar la realidad una vez puesto en acción. Y habrá situaciones que, pese a no estar ponderadas en un modelo aún, por la fuerza de la realidad serán “incorporadas” a él y le darán sentido. Podemos encontrar ejemplos a lo largo de la historia en lo que se han tomado medidas que han conducido al establecimiento de un modelo, y casos en los que se ha dado la situación inversa. Por ejemplo, el descubrimiento de América condujo al establecimiento del mercantilismo a raíz del hallazgo de oro y plata en el nuevo mundo. A la inversa, el monetarismo (que aunque para muchos no constituye un modelo per se) a partir de la aparición de una corriente de pensamiento que tiene su eje en el manejo de las políticas monetarias, se ha impulsado como política económica en multiplicidad de países, sobre todo en décadas pasadas. Los Chicago Boys, surgidos de la Escuela de Economía de Milton Friedman y la Universidad de Chicago, han sido funcionarios en varios países de América y han tenido, desde allí, la oportunidad de “implementar” ese modelo. Sin embargo, y hay que ser sinceros, casi nunca, por ser generosos, estos modelos se desenvuelven en la realidad como esperamos. Y esto nos hace preguntarnos acerca de la razón de tal fracaso, o al menos, de su falta de éxito. ¿Es acaso, una mala evaluación de los decisores económicos y políticos, la que lleva a que estos modelos no funcionen como se espera? ¿Es posible que en la construcción de los modelos, se soslayen cuestiones fundamentales como la situación política-económica del país al que se pretende aplicar? Muchas veces pareciera que los lideres aplican “recetas” pretendidamente universales a situaciones tan disímiles como lo son las realidades de países europeos y americanos. Y sin embargo, esto continúa haciéndose. ¿Por qué? Es difícil decirlo. En gran cantidad de oportunidades, los países no son completamente libres de decidir su rumbo económico, pese a estar en absoluta libertad en lo político. Incluso países con regímenes autoritarios, que están cerrados al mundo, que se encuentran marginados de él, no pueden desplegar libremente sus políticas económicas. Y esto ocurre porque la enorme interacción económica mundial impide el manejo total de todas las variables que componen una economía. Y la intervención de Organismos Internacionales a los cuales los países se ven “obligados” a recurrir, también implican limitantes. Lo cierto es que muchas veces, los cambios de modelo en las economías obedecen a decisiones particulares de los gobiernos, que por cuestiones coyunturales, se ven emplazados a realizar medidas que trastocan el funcionamiento total del sistema. El paso del modelo del Estado de Bienestar al Neoliberal no fue una “decisión” en el vacío, sino que obedeció a unas circunstancias que “desplegaron” sus fuerzas en un mundo con unas características que ya no existen. Hoy, en un mundo multipolar, en el cual emergen nuevas dinámicas políticas, económicas, culturales y sociales los modelos, tal y como los hemos conocido hasta ahora, quizás no tengan ya espacio para nacer ni desarrollarse. La capacidad de respuesta rápida y el margen de maniobra amplio parecen ser los signos de los nuevos tiempos….. Por: Lic. (Mg) Milena Barada

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