CONOZCAMOS AL DT ENRIQUE. PARTE 7

En el medio estaba Brindisi Ángel, jugador de gran experiencia, campeón en varios clubes, aconsejaba a los jóvenes para que se cuiden mucho, pintaba para técnico porque lo era dentro de la cancha y era el que daba la arenga antes de salir a la cancha. En la delantera jugaba Arsénico Mortaldo un gran goleador, como persona un grande porque siempre estaba dispuesto a aprender y a compartir el juego, lo que lograba que la delantera se vea beneficiada. También, había varios jóvenes, entre quienes, se destacaba un muchachito de 17 años cuyo nombre era Alver Rejoda, un zurdo de buena gambeta y gran pegada, a quien le veían posibilidades de una venta al exterior. El plantel tenía mucho potencial para lo que se vio coronado al final del campeonato. Se venia el clásico, tomo la palabra Brindisi para alentar a todo el plantel, pedir concentración en el juego y que no pierdan el objetivo del triunfo, al terminar llegaron los aplausos y los vítores. Tomo la palabra el Muro: “Muchachos, todas las manos aquí. (los muchachos pusieron cada mano arriba de la otra) Todas bien juntas. A las tres gritamos BOLSO. ¡¡¡Vamos con todo!!!” Se contó uno, dos, tres y estalló un “Bolso” que se escuchó en las tribunas, en los palcos y a los jugadores de Peñarol, que estaban esperando para salir a la cancha, les resonó en sus oídos. Nacional salió con confianza y muy metidos en el partido. Siempre se dice que para tener un equipo competitivo es necesario tener una buena “columna vertebral”, es decir, un buen arquero con personalidad, un dos con mucha actitud, un mediocampista de experiencia y un delantero letal, estos jugadores tenía Nacional y le agregas dos perros de presa en los laterales y un buen cabeceador en la zaga, un “distinto” en el medio con gambeta y buena pegada, un rápido en la delantera con conocimiento del juego, que todos sean metedores, que vayan detrás de un objetivo, no se puede tener mal equipo, podes ganar o perder pero nadie te pasa por arriba y seguro son más los triunfos que las derrotas. Todo esto tenía ese equipo de Nacional y le auguraban buenos resultados. Empieza el clásico con mucha cautela de los dos equipos, se estudian con posesión de pelota en los defensivos, para tirar pelotazos a los delanteros. Así pasan varios minutos, pero como dije antes, Nacional tenía un distinto en el pibe Rejoda, quién con su zurda empezó a marcar la diferencia, se llevó varias patadas tiradas con maldad pero no se achicó, siguió pidiendo la pelota, por eso, a la media hora de juego, cambia el futbol de izquierda a derecha para el Muro, este la recibe y enfoca a Enrique, quien amaga a venir a buscar el pase, pero gira y sale corriendo hacia adelante dejando detrás a su marcador, mientras el Muro le manda un pelotazo elevado para escape por el carril derecho, recibió la pelota, dejo en el camino la arrastrada del Nº6, llegó hasta el fondo, levantó la cabeza y le pone un pase exacto a Brindisi, quien como viene la pelota le da un terrible taponazo que vence las manos del místico arquero de Peñarol Marquievich. Algarabía total entre los muchachos de Nacional. Sacaron del medio y los muchachos de Peñarol se les vinieron encima en busca del empate. Con gran solvencia respondían los defensores, hubo un gran quite del Nº3 de Nacional, quien le entrega la pelota a Rejoda, el pibe le hace un caño al que le sale a marcar y le mete un pase sensacional a Enrique que venía picando en diagonal de derecha a izquierda, este la dejó picar y ante la salida desesperada del arquero, se la toca suavemente por sobre la cabeza y manda la pelota al fondo del arco. Segundo gol del Bolso. Enloquecen los hinchas, mientras los jugadores hacen correr la pelota con pases laterales para que pasen los minutos que quedaban para que termine el primer tiempo con el 2 a 0 para Nacional. En el vestuario pocas palabras de su Director Técnico el argentino Basilico porque los muchachos estaban jugando muy bien, estaban concentrados en cada jugada y se los veía con un gran resto físico. Solo les pidió que piensen que el partido estaba 0 a 0, que vayan con la misma actitud que tuvieron desde el minuto cero. En el segundo tiempo, arrancó Peñarol mejor buscando el descuento, sus jugadores trataban de atacar por todos lados, pudieron llegar un par de veces, pero el arquero Pantera Rodríguez se encargó de disuadir. Nacional no perdía oportunidad de contragolpear cada vez que lograba hacer llegar la pelota a su Nº10. Así llego el tercero, otra vez gran jugada de Rejoda, quién habilita con un pelotazo a Enrique, este toca de primera para Arsénico Mortaldo, quién hace pasar de largo al Nº2 y con un remate cruzado con-quista el tercer gol para el Bolso. Los canticos de los hinchas no paraban ni un segundo, la felicidad seguía en au-mento. De un córner Peñarol llegó al descuento con un cabezazo de su Nº2 cuando se cumplía el tiempo reglamentario, pero en los minutos agregados por el árbitro, otra gran jugada de Rejoda, donde se quiere escapar, pero en el último instante le tocan la pelota para mandarla al córner. Se encarga el Pibe del córner, manda un “bochazo” hermoso, bien cerrado, alcanza a manotear Marquievich porque se metía olímpico en el arco, la pelota rebota en el travesaño, le cae justa a Enrique, quien entraba por el segundo palo y no tiene más que poner la cabeza para marcar el cuarto gol y ganar el clásico por 4 a 1. En el vestuario todo fue alegría, canticos y buena onda entre todos los muchachos, cuerpo técnico, ayudantes, dirigentes y toda persona que estaba ahí metida. En un momento, el Muro se le acerca a Enrique y le dice: “Hijo de P…, ¡¡¡cumpliste!!! Siempre la rompes en los clásicos. Venga un abra-zo, hermano”. Se dan un fuerte abrazo como amigos que son. “¡¡¡Vos me presionaste y yo te cumplo, loco -dice Enrique riéndose- Que buen partido jugamos!!! Además, nos salió todo. La rompimos, boludo”. “Vos la rompiste. Mañana, con Clau, los llevamos a cenar un restaurant muy especial. Se lo merecen, por el partidazo de hoy. Salimos a festejar este triunfo como se merece” grita el Muro enloquecido agitando una botella de champan y bañando a todo el que se cruzara. Los jugadores no paran de felicitarse, Enrique es uno de los más buscados por el partido jugado: 2 goles y 2 asistencias. “Partido perfecto” pudo pensar Enrique, mientras se sacaba las vendas de sus tobillos. Cuando logran finalizar con todo (saludos, baños, vestirse, más saludos, reportajes, festejos, más saludos porque no paraban de saludarse y felicitarse) Enrique y el Muro se encuentran con sus familias que lo esperaban para ir todos juntos a sus casas. Los abrazos son interminables, los chicos no paran de cantar y divertirse, hasta que, cada familia, se suben a su auto y arrancan para dejar el estadio para irse a sus respectivas casas. Al día siguiente, que era el día libre, se reunieron las dos familias para comer un asado en lo del Muro. Siempre era un gran anfitrión que no paraba de hablar, mientras Enrique preparaba la picada, le dice: “Esta noche vamos a festejar a un hermoso restaurant que son hinchas de Nacional, te van a hacer sentir como un ídolo, porque al haber jugado el partido de ayer de esa manera, te lo van a reconocer. Ya verás”. “Muro, la verdad jugamos un gran partido, no me diferencies de los demás, soy uno más entre todo el equipo. ¿No nos vas a hacer sentir incomodos?”. “Que incomodo, ni incomodo, jugaste un partidazo y lo vamos a festejar” le dijo el Muro. Entran Helena y Clau, toma esta última la pala-bra diciendo: “Mira Enrique, ayer jugaste muy bien. Hicieron un gran partido, pero vos con 2 goles y 2 pases fuiste desequilibrante para el marcador y esta noche vamos a cenar al “El Bolso” un hermoso restaurant donde comeremos exquisitas comidas”. “¿El restaurant se llama “El Bolso”? estará llenos de fanáticos”. Augura Enrique. “Bueno, mejor, que conozcan al nuevo ídolo” dice el Muro riendo “Además, es un restaurant donde quieren mucho Clau. ¿No es cierto Clau?”. “Si, porque me conocen de chiquitita. Iba siempre con mis padres” responde Clau. “Contá como es la historia de tu familia para que no se sorprendan demasiado” se sigue riendo el Muro que estaba felíz. “Dale Clau, contanos de tu familia” le dice Helena. “Bueno, ustedes no lo saben, pero yo soy bisnieta de uno de los fundadores del Club Nacional de Football, es decir, mi bisabuelo era Ernesto Caprario, en su casa de la calle Soriano al 900, en el año 1899 se juntaron un montón de muchachos y formaron el primer club de jugadores criollos del país. Tomaron los colores de la bandera de Artigas para hacer la camiseta, es decir, blanco, rojo y azul, por eso algunos le dicen “el tricolor”, como en un principio era una camisa con botones, cuello y tenía un bolsillo grande en un costado, algunos les decían “los bolsilludos”, que con el tiempo paso a ser “los bolsos” para terminar como “El Bolso”, que así los llamamos ahora. Con mis bisabuelos fanáticos del Bolso, mi abuela, también era hincha del Bolso, se casó con Uriburu porque era hincha del Bolso y mi madre, fanática del Bolso, también se casó con papá porque era hincha del Bolso. Como escuchan, toda la familia fue y es fanática del Bolso, no había lugar para alguien de otro equipo. Como saben, tengo tres hermanos, todos del bolso por supuesto, pero el menor de ellos es 10 años mayor que yo, porque cuando mamá y papá no esperaban tener más hijos, porque ya eran bastante mayores de edad, mi papá tenía 52 años y mamá tenía 45 años les apareció esta niña en sus brazos. Por: Juan Bermúdez - enjuber@hotmail.com

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