CIUDADANÍA Y LIBERTAD
¿Es mas libre un hombre que trabaja 40 horas a la semana, o aquel que está en prisión? Casi todos responderíamos que, sin dudas, el hombre fuera de prisión es libre, mientras que el que está encarcelado, carece de libertad. De hecho, se dice de quien está en prisión que está “privado de su libertad”. Así que esta primera aproximación al fenómeno de la libertad nos pone frente a una cuestión: de qué lado de la jaula estamos.
Como habitualmente, debemos remontarnos hasta los orígenes de la cultura occidental, la Grecia Antigua, para encontrar un punto de partida a esta cuestión. Los griegos abordaban el fenómeno de la libertad desde tres dimensiones: la libertad natural, algo así como un orden cósmico que es determinado por el destino; la libertad política, es decir una libertad de la acción ciudadana, vinculada a las responsabilidades de la vida en una sociedad (sobre esta volveremos mas adelante) ; y una libertad individual, personal, consistente en disponer de uno mismo, de elegir. En sentido estricto entonces, podemos decir que la libertad era, para los antiguos griegos una facultad para la que se requería discernimiento. Es decir, poder elegir implica disponer de medios de juicio, o sea, un conocimiento, y la inteligencia para determinar la conveniencia de esa elección. Así, la libertad requiere la inteligencia. La libertad se entrelaza aquí con la naturaleza del hombre, cuyo fin es la búsqueda de la felicidad, como un ejercicio de la voluntad.
Sin lugar a dudas, la libertad es uno de los términos mas sencillos, y a la vez, mas complejos de aprehender para el ser humano: la libertad es un bien en sí, que solemos dar por sentado, y que ha sido perseguida desde el propio momento en que se ve amenazada. Curiosidades de la existencia humana.
La libertad en el sentido de libertad política en el mundo griego antiguo, al cual hacíamos referencia antes, era concebida como una Eleutheria, que era la voluntad de los ciudadanos (en latín libertas, atis) de decidir. Sin embargo, la definición de ciudadano en si misma era tan restringida que la libertad era un bien escaso: ser varón, adulto y de una determinada posición social. Mujeres, esclavos y niños eran menos que animales en esta consideración.
Por fortuna, esta cuestión ha evolucionado a lo largo de la historia de una manera compleja. Inicialmente, los ciudadanos no eran tales, al menos hasta que se institucionalizaron las formas políticas de organización social, sino que eran habitantes. No es lo mismo ser un habitante que ser un ciudadano. Según la Real Academia Española, un ciudadano es una persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes. Vemos un relación simbiótica entre libertad y ciudadanía: no puede ser ciudadano quien no tenga libertad, y esa libertad no es UNA libertad, sino LA libertad: libertad es un derecho sagrado e imprescriptible que todos los seres humanos poseemos. La libertad es la facultad de obrar según nuestra voluntad, respetando la ley y el derecho ajeno. Desde ese punto de partida, existen las llamadas libertades “de ciudadanía”: la libertad de opinión, de expresión y de asociación; y las llamadas libertades “espirituales” o “religiosas”: la libertad de pensamiento, de consciencia y de religión. Es decir, la ciudadanía supone la libertad, si pretende ser activa. Las libertades de ciudadanía son la que nos dan la oportunidad de dejar de ser meros habitantes, es decir, sujetos que habitan la superficie de un país, a ser ciudadanos, es decir, sujetos activos, plenos que ejercen sus derechos y deberes.
En momentos como los actuales, atravesados por una pandemia mundial y una cuarentena que se ha extendido en el tiempo mas allá de lo esperado, se han puesto a prueba las concepciones de libertad y de ciudadanía, se han puesto en discusión los límites a la acción ciudadana lo mismo que los límites a la acción de los Estados. Y se han vislumbrado cambios sustanciales a los abordajes que de estas cuestiones hacían los sistemas políticos.
Nuevos tiempos han requerido nuevas acciones, que sin embargo, han chocado de frente con unas ciudadanías conscientes de sus derechos, y dispuestas a hacerlos valer. Veremos en el futuro cercano cambios en la concepción de las libertades de ciudadanía que, con certeza acompañarán a los cambios que ya hemos visto en las libertades individuales. Y veremos cómo los estados hacen frente a esto……o no. Esta será una de las batallas del futuro entramado de cualquier sociedad.
Por: Lic. (Mg) Milena Barada
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