CASUALIDAD Y CAUSALIDAD



Casualidad y causalidad son parónimos, palabras muy similares pero con significados distintos. Una casualidad es algo que ocurre de manera imprevista, es el azar, la suerte, una coincidencia. La causalidad, en cambio, hace referencia a la causa, al origen de algo, la necesidad de que algo suceda.
La casualidad (el azar), no dispone de nuestro destino, pero la causalidad (necesidad) es la que acomoda las circunstancias.
Algunos creen que todo sucede por necesidad, que nuestras vidas como los fenómenos naturales estarían regidos por decretos superiores. Otros, al contrario, entendieron y afirmaron que todo obedecía al azar, que no había previas determinaciones de un más allá improbable, ni de un más acá.
La vida no es un accidente dirigido por la suerte y las coincidencias, nuestras decisiones y acciones importan. Nuestro presente es el resultado de la manera en la que hemos venido pensando y actuando a lo largo de la vida.
A lo largo del siglo XX en Occidente hubo descubrimientos científicos como la Física Cuántica, la Teoría del Caos, el Efecto Mariposa y la Teoría de la Sincronicidad que se ocuparon de este tema. Pero en oriente ya se lo trataba en el siglo V antes de Cristo con la Ley del Karma, también conocida como la Ley de Causa y Efecto. Esta ley afirma, que todo lo que pensamos, decimos y hacemos tiene consecuencias.
Cuando se cometen errores, los resultados obtenidos nos molestan y nos permiten darnos cuenta de en qué hemos errado, pudiendo así aprender y evolucionar. Y en el caso de cometer aciertos, nos provoca efectos de bienestar y nos damos cuenta que estamos viviendo con comprensión, discernimiento y sabiduría.
Según la Ley del Karma cada uno de nosotros recibe lo que da.
El filósofo griego Demócrito, hace dos milenios y medio decía: “Todo sucede por azar y por necesidad”. No descarta ni el azar (casualidad) ni a la necesidad (causalidad), los asociaba.
Todo lo que hacemos conduce a una consecuencia que a veces está lejos y ni siquiera observamos en el momento (causalidad), nada de lo que hagamos puede evitar la obra del azar (casualidad). Afortunadamente no todo es obra del azar o de la necesidad.
Para vivir inteligentemente debemos convivir tanto con la casualidad como con la causalidad. No podemos prescindir ni de la razón ni de la intuición, el azar y la necesidad son socios.
Somos el resultado de los encuentros y desencuentros entre ambas.
Por: F. Martínez - Fuente: Internet

 

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