CONOZCAMOS AL DT ENRIQUE. PRIMERA PARTE


 

Nació en Miramar (Argentina), entre padres y hermanos fue creciendo. Cursó la primaria y la secundaria en la Ciudad y toda su vida fue deporte, porque hacia Ciclismo (se movía por toda la ciudad en bicicleta) Natación (viviendo al lado del mar pasaba días nadando) Remo (salían a pescar en una canoa) Atletismo (corría en la escuela y en la cancha) y sobre todo jugaba al fútbol.
Al principio practicaba fútbol con los hermanos, luego con los amigos, después con los compañeros y a los 8 años empezó a jugar Baby Fútbol en el Club Atlético Miramar hasta los 10 años. Recién a los 14 años volvió al Club y empezó a jugar en cancha grande. Se destaco rápidamente en las filas del Atlético Miramar y cuando recién había cumplido 16 años, ya jugando en la reserva, fue observado por el DT de la primera. Como ese fin de semana jugaban Atlético vs. Defensores, el Clásico de la ciudad, el DT de la primera de Atlético se dirigió a la cancha de estos últimos para buscar un reemplazante de Carlos el Nº7 que se había lesionado, cuando llego al estadio terminaba el primer tiempo de la reserva, fue en busca de su compañero, el DT de la reserva y le dijo que necesitaba a Enrique para jugar ese domingo en la primera, que si le hacia el favor de hacer el cambio así el muchacho se podía cambiar e irse a descansar a su casa.
Cuando el DT de la reserva le comunica esto al jugador, Enrique se quedó mudo, solo alcanzo a preguntar: “¿Esta seguro, profe de lo que me dice?”. En ese instante entra el DT de la primera, quien dirigiéndose a Enrique: “Hola, pibe, mañana quiero que debutes en primera, te estuve viendo en otros partidos y te voy a necesitar para jugar de puntero derecho en reemplazo de Carlos que esta con una fea lesión, por lo tanto, vaya a descansar y mañana te quiero a las 13:30 en el Club.” Al ver su cara de asombro, le di-ce: “Vaya, vaya nomas, pibe, que mañana hablamos del partido.” Y se fue a ver la continuación del partido de reserva mientras Enrique se cambiaba de ropa y se iba para su casa. Esa noche tenía una fiesta de 15 años de la hermana de un amigo, decidió ir un rato porque le había prometido a Mario que lo acompañaría, aunque su padre le recomendó que, si iba, vuelva temprano. Cumplió con lo prometido, estuvo en el cumpleaños hasta las 12, se despidió de todos y se fue a dormir. El tiempo que paso en el cumpleaños le basto para bailar y conocer a Helena, una amiga de la quinceañera, a quien le confeso que se iba temprano porque tenía que debutar al otro día en la primera de Atlético nada menos que contra Defensores. Ella se quedó asombrada porque pensó que era una excusa para dejar de bailar, pero vio como Enrique agarraba su saco, saludaba a un par de amigos y desaparecía por la puerta de entrada.
Enrique se levanto a las 10hs, desayuno y se fue a la casa de pastas “La Casa Blanca” a comprar los fideos para el almuerzo del domingo y aprovechar para dar un paseo en bicicleta descargando la tensión que sentía en el cuerpo. A las 13:30, como le pidió el DT, estaba en la puerta del Club. Dejo la bici apoyada en la pared, fue con su bolso colgando del hombro en busca del vestuario, saludo a los 4 o 5 que ya estaban allí y se sentó en un rincón a la espera de los demás. Algunos lo conocían, pero a todos les llamó la atención su presencia. Cuando llego el DT, saludo a todos y lo primero que dijo fue: “Muchachos, algunos de Uds. lo conocen a Enrique, otros no tanto pero hoy va a jugar de 7 en reemplazo de Carlitos, que con su lesión va a tener para algunos partidos y este muchacho me impresiono muy bien en varios partidos que lo vi, quiero que lo respalden en todo el juego, lo ayuden en lo que necesite y él nos va a dar todo lo que tiene para ganar el partido. Cuídenlo que nos veremos favorecidos ganando el partido. Reciban la ropa, se cambian y haremos la charla del partido.” Se cambiaban entre bromas y sonrisas, Enrique no participaba, en un rincón solo se dedicaba a cambiarse con mucha vergüenza, en eso se le arrima un compañero y le dice: “Hola, soy Roberto, soy el capitán, te doy la bienvenida y no le hagas caso a estos tarados por sus bromas. En la cancha te vamos a apoyar todos, juga tranquilo como sabes hacerlo.” “Muchas gracias -responde Enrique- Estoy un poco ansioso, pero estoy bien. Gracias, otra vez.” Recibe una palmada en el hombro y sigue cambiándose. Al ratito viene el DT, llama a todos, les da la charla del partido y se van para la cancha.
Mientras estaban almorzando en lo de Helena, esta le pregunta al padre: “¿Papa, hoy vas a la cancha?” “Si hija -responde el padre- no se si va tu hermano, pero vamos con mama. Hoy jugamos el clásico con Defensores y tenemos que ganar para seguir punteros.” “No sé si va Cristian, -dice Helena- pero yo voy.” Aparece Cristian y dice: “Yo, también, voy. ¿Y vos desde cuando quiere ir a la cancha?” “Eso, Helena -pregunta el padre- ¿en serio queres acompañarnos?” “Si, -dijo Helena- vamos todos en familia a ver a Atlético.” Y se fue riendo para su habitación.
A las 15:30 en punto, comenzó el partido, en su primer contacto con el balón, Enrique hizo una corrida hasta el fondo de la cancha y su centro se fue un poco alto, pero el Nº9 lo aplaudió igual por el intento. A los 20` minutos, en otra gran corrida por la derecha dejando atrás a su marcador, con más tiempo para acomodarse pudo sacar un centro perfecto a la cabeza de Nº9, quien la clavo en un ángulo con un hermoso cabezazo, marcando el primer gol del encuentro. Exploto la hinchada Albirroja que no paraba de alentar. Siguió el juego con varias oportunidades para los dos equipos, pero el marcador no se movió.
En el entretiempo, se encontraron el doctor Álvarez con el escribano Castillo (es decir el padre de Enrique con el padre de Helena), manteniendo este dialogo: Castillo: “Hola Doctor, Usted por aquí, ¿vino a ver a Atlético?” “Hola, como te va che -dijo Álvarez- Estoy aquí porque vine a ver a Atlético y a mi hijo Enrique que está debutando en primera.” “¿No me digas que ese pibe que juega de Nº7 es tu hijo? -dice Castillo- Anda muy bien. Flor de centro le metió al Nº9 para el gol.” “Si, está jugando bastante bien, aunque todavía es un poco chico para la primera. -dice el Doctor- Esperemos que termine el partido en buen estado.” “Si, no se haga problema Doc., pero no lo había visto jugar a tu hijo y está jugando bien, pero muy bien, tanto que no parece estar debutando, juega con mucha soltura. Ojalá siga así y terminemos ganando.” Se despiden y se van para sus lugares porque comienza el segundo tiempo. A los 15 minutos Enrique tiraba la pared con el Rulo el Nº10 y la devolución lo deja solo frente al arquero, espera que este de un paso hacia adelante y definía de derecha entre las piernas. Golazo del pibe. Sonaban las bocinas de todos los autos de los hinchas de Atlético y al grito de gol, le sacaban una sonrisa a Enrique que había estado muy nervioso durante todo el día y hasta en el partido mismo. En la familia Castillo se gritó el gol y Helena fue una de las que más lo hizo, esto llamo la atención de su madre, que solo la observo y se quedó callada en complicidad con la hija. Con el partido 2 a 0, llegado el minuto 80, el DT decidió cambiar a Enrique que había cumplido con creces en su debut. Con una sonrisa en el rostro, salió el pibe de la cancha, se quedó sentado en el banco de suplentes para ver los minutos finales del partido. Estaba muy feliz por su actuación, había participado en la jugada de los 2 goles y en muchas otras jugadas de peligro. Con el cuerpo relajado, tomando un poco de agua, se puso a buscar con la mirada si habían venido sus padres, al encontrarlos los saludo con la mano y ellos a él, siguió mirando la gran hinchada que los habían acompañado, cuando se dio cuenta que estaba la familia Castillo y entre ellos estaba Helena mirándolo fijamente con una sonrisa en la cara, atino a levantar la mano para saludarla y al ver que ella le respondía, su timidez le hizo bajar la mano y desviar rápidamente la mirada hacia el partido que estaba por terminar.
Mientras corrían los minutos de descuento pensaba: día completo, completísimo: jugué bien, hice un gol, vamos a ganar, Helena me vino a ver jugar, seguro que si la encuentro en la calle la voy a poder invitar a salir. Su sonrisa se hizo grande, plena y llena de felicidad por todo lo vivido.
Paso el tiempo, la relación con Helena se fue consolidando hasta poder visitarla en la casa de los padres. La primera vez que entro a la casa, lo invitaron a sentarse en el living, si quería tomar algo, le preguntaron por los padres, la conversación recorrió temas triviales hasta que apareció Helena y lo invito a que la siga. Saludo y se fue con ella. Fueron al patio a conversar y Enrique le dijo: “Helena, mientras hablaba con tus padres me llamo la atención una hermosa pintura de un atardecer en una playa, esa grande que tienen en la pared, ¿de quién es?” Ella lo mira y le responde: “¿en serio te gusto ese cuadro?” a lo que Enrique le respondió que sí. “Ese cuadro lo pinte yo”. Ante la cara de asombro de Enrique le dice: “Tengo muchos más pintados, un día te voy a mostrar los otros que tengo hechos para ver cuál es tu opinión de experto.” Y se sonrió pensando en que diría Enrique al ver su colección de di-bujos y pinturas. Enrique se fue pensando en la hermosura del cuadro, en la hermosura de Helena y si ella había hecho ese cuadro debería ser una muy buena artista. Continuara...
Por: Juan Bermúdez - enjuber@hotmail.com

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