SIN REMEDIO


 


Hace algunos meses, el mundo se veía sacudido por una de las mas graves crisis que hemos atestiguado. Sin dudas, el brote de Covid 19 significó una nueva prueba para los sistemas sanitarios del mundo: desde la llegada del nuevo milenio ya habíamos padecido pandemias semejantes, todas vinculadas a mutaciones del virus de la influenza, que afectando a otras especies, “viraban” poniendo al ser humano como principal afectado. Estas pandemias, como las de la llamada Gripe Aviar y Gripe Porcina, resultaron tener altas tasas de contagio y altos niveles de mortalidad. Pero también pudieron ser contenidas por los países al descubrirse medicamentos efectivos para tratarlas. Hoy, sin embargo, el mundo se encuentra ante la situación concreta de aún no contar con una vacuna con efectividad absoluta: se encuentran al momento varias en vacunas en proceso de prueba, no superando ninguna de ellas la fase 3. Y esto nos pone bajo la cuestión de evaluar los avances de la ciencia médica, y de los necesarios procesos de I+D ( investigación y desarrollo) que acompañan estos avances.
Siempre se ha considerado que la ciencia médica y los avances científicos en las áreas de la salud, van a la zaga de las enfermedades y que esto ha supuesto una enorme cantidad de pérdidas humanas. Desafortunadamente esto es así, y no por falta de voluntad. Se estima que un proceso de creación y desarrollo de una vacuna puede requerir hasta 15 años: los tiempos entre investigación, desarrollo, pruebas, acreditaciones y regulaciones pueden variar en años, y también, de país a país. Desde la Organización Mundial de la Salud se ha trabajado en pos de estandarizar procedimientos y regulaciones, habida cuenta las enormes diferencias no solo económicas sino ambientales imperantes en el mundo de la posguerra. Este camino fue lento, tortuoso y a menudo, con marchas y contramarchas. Este fue el caso de la vacuna antipoliomielítica, cuyo derrotero fue no solo extremadamente largo, sino que además, ocasionó pérdidas de vidas humanas que aún no permiten hablar de erradicación total de la enfermedad. Lógicamente, la actual situación mundial, en la que ha sido imposible, para los países mas desarrollados del mundo, contener el avance de la pandemia, y hasta morigerar los efectos de una segunda oleada, nos pone frente a una serie de dilemas muy complejos. En principio, el necesario corte en los tiempos de investigación de las vacunas nos lleva a una suerte de “velocidad pandémica”: comenzar una fase sin finalizar la precedente, intentando reducir los plazos entre fases para estudiar detenidamente los hallazgos. Si la velocidad no fuera pandémica ( es decir, si la enfermedad estuviera circunscripta a un territorio determinado, o sea, si fuera una epidemia) las fases no terminarían antes de los 18 meses, lo cual alargaría los plazos de aprobación de una vacuna de una manera que fuese inaceptable en términos de pérdidas humanas.
Pero además, esto nos lleva a otro dilema: en este proceso acelerado de fast-track.....qué pasaría si una vacuna que se presenta como prometedora hiciera que empeorara la clínica de una enfermedad en caso de contraerla ( como puede ocurrir con alguna vacuna por efecto del “Vaccine-Induced Enhancement”: fenómeno descubierto en la lucha contra el HIV y que ha supuesto un aumento de infecciones virales inducido por las propias vacunas). Este efecto, además, sería visible solo cuando se hubieran vacunado a cientos o miles de personas.
Y una última pero no menos importante cuestión: la inexplicable convicción de gran cantidad de investigadores que expresan unas predicciones increíblemente optimistas, cuando la mayoría de los expertos se muestran escépticos incluso para los 18 meses en contar con una vacuna disponible..... Y he aquí el ultimo y mas grande dilema: no solo se escucha al ambiente científico, ni al público, sino también y mas preocupante aún, a los inversores y a la industria farmacéutica, la cual hace grandes inversiones en I+D, a gran riesgo, esperando la “cooperación” de unos estados que, terminarán siendo los principales mercados de su producción.
Y aquí el orden de los factores, si altera el producto....
La conclusión es que, en un mundo que se encuentra atravesando una segunda oleada de esta compleja pandemia, con estados tan diversos (en condiciones económicas como ambientales), incapaces de controlar no solo la enfermedad sino a sus propias poblaciones, que parecen incapaces de respetar las únicas disposiciones efectivas para contener el virus: aislamiento y distanciamiento la única salida parece ser aferrarnos a la esperanza de una cura, cuando TODO lo que hemos visto, nos muestra que esa esperanza, sin nuestra disposición a cuidarnos, es insuficiente y hasta inútil.....
Por: Lic. (Mg) Milena Barada

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