EL PODER DE LO ANALÓGICO

 

Estamos en una era donde todo lo hacemos por Internet pedir comida, buscar una cita, bajarnos una rutina de ejercicios y dentro de ese contexto escuchar música no es la excepción. El avance de lo digital sobre lo analógico, llego a la música de una manera cuasi avallasante, plataformas como Spotify, You Tube, Amazón entre otras, se adueñaron del mercado musical como de otros tantos rubros que atraviesan nuestra vida. Esto lógicamente cambio nuestra relación sobre el soporte con el cual consumimos una de las artes mas hermosas de la humanidad, pero es realmente una mejoría sobre la calidad en la que se ofrece? Realmente esta forma de consumo, aporta inumerables beneficios por los cuales valdría la pena de enterrar todo lo preexistente?

La conclusión a la que llegamos es definitivamente que no. De hecho cada día crece mucho la cantidad de personas que "vuelven" a consumir música de manera analógica. El crecimiento del vinilo en los últimos años, y hasta el inesperado retorno del casette hablan de una lógica que no pasa de moda.
Pero que tiene lo analógico de maravilloso para resistir el embiste de lo digital? Tiene que ver con algo intangible relacionado a la melancolía del consumidor, o realmente hay algo que tenga el formato físico que impide su total desaparición? Veamos...
En la Ciudad existen alrededor de 90 disquerías, entre las de barrio, las que comparten negocio con los libros y las llamadas “cuevas” de heavy metal, según diferentes fuentes y relevamientos que realizó este diario, aunque no hay cifras oficiales.
Lo concreto es que para la última edición de “La noche de las disquerías”, que se hizo el 8 de noviembre, se adhirieron alrededor de medio centenar entre los circuitos del Centro, Recoleta y Villa Crespo/Palermo.
El año pasado la porción de venta del vinilo en el mercado fue del 15,9%, lo que representa un crecimiento de más del 21% respecto al 2016, según datos recientes de CAPIF, la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas.
Pero el streaming (Spotify y Apple Music, entre otras plataformas de suscripción) sigue siendo el modo más elegido para escuchar música: ocupa el 52% del llamado market share. Por la venta de discos y CDs, la opción física, se recaudaron el año pasado $ 173 millones contra $ 671 millones de la venta por streaming, lo que marca la gran diferencia de este tiempo.
El icónico CD, a diferencia del vinilo, acumula un 70% de caída en las ventas desde 2013, según CAPIF.
En los últimos años hemos asistido a una triste época de decadencia en la calidad de las grabaciones, magnificada principalmente por los archivos digitales compartidos en las primeras redes de banda estrecha con una enorme compresión digital para poder ser descargados rápidamente y reproducidos en streaming. El infame MP3 y sus derivados se hacían con el mercado de masas muy a pesar de los aficionados más exigentes.
Pero la resistencia audiófila estaba ahí para plantar cara y desde hace unos 5 años ha logrado que antiguos formatos analógicos renazcan de entre las cenizas argumentando una mayor calidad sonora y definición de la microinformación presente en las pistas de audio.
El primer formato en resucitar fue el vinilo, pero parece que en los últimos meses las cintas para magnetófonos de bobina o Reel-toreel están volviendo a recobrar fuerzas.
Es así como hoy en día estamos viviendo un retorno del casette como objeto de culto, lo que hace suponer que en unos años hasta el mismo CD sera de colección entre los melomanos ya que estos formatos físicos conservan y son muy superiores en la calidad de audio así como también en todo el arte que rodea a una obra discográfica.
Es cierto que la calidad sonora obtenida depende de esa banda limitada, es decir, del ancho de banda escogido como fuente de sonido, que en el caso del CD fue de 44,1 KHz para poder almacenar toda la información musical hasta 22 KHz, frecuencia superior al máximo audible del ser humano (nuestro rango de audición va de 20 Hz a 20 KHz), por lo que no hay pérdida de información sonora. También depende del posterior proceso de cuantificación, que en el CD se realiza con 16 bits de resolución (y en otros formatos más modernos con 24 bits), más que suficiente para que nos sea imposible distinguir imperfecciones en el sonido.
El vinilo, en términos generales, tiene un mayor nivel de compresión del rango dinámico que el resto de formatos, debido a la forma en que se tienen que grabar los surcos en la superficie del disco, limitada tanto en profundidad como en anchura. Esto supone que perdamos sutileza y diferenciación entre los sonidos más fuertes y los más suaves, algo que la nueva ola de apasionados por los magnetófonos ha sabido aprovechar a su favor.
En Cambio, a diferencia del vinilo, la cinta es capaz de recrear mucho mejor el rango dinámico original de una grabación, sin tanta compresión y con una mejor gestión de los agudos y las frecuencias graves.
Argumentos que se unen a la mejor capacidad para trasladar el master original sin ningún tipo de retoque, algo que con el vinilo no es posible debido a que hay que adaptarlo para que, literalmente, la grabación no se salga de los surcos.
Es quizás por todas estas cosas que el poder de lo analógico esta vigente mas que nunca en lo que refiere a ser el soporte elegido por miles de consumidores en el mundo que no se resignan a perder calidad cuando se trata de disfrutar de una de las artes mas añejas y mas maravillosas de la humanidad... la música.
Por: DJ Tomate

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