EL CORONAVIRUS AFFAIRE
Marzo de 2020. En tan solo unos cuatro meses, el mundo se ha visto
sacudido por un evento sin precedentes. La aparición del coronavirus,
mas exactamente el Covid 19 (mutación del coronavirus), ha puesto en
vilo al mundo. Desde las tibias páginas de algunos diarios, desde el
pasado diciembre de 2019, aparecían datos sobre el nuevo virus que, en
apariencia, había surgido en China y parecía ( o se creía) no cruzaría
sus fronteras. Sin embargo, durante el transcurso del verano argentino,
cada vez mas noticias llegaban de diferentes puntos del globo con casos
de personas afectadas por el virus, que mostraba unas tasas de contagio
exponenciales. Muy pronto, comenzaban a leerse noticias desde Italia y
España, con números de contagiados que alarmaban. Pero no solo eso. Los
números de víctimas fatales comenzaban a llamar la atención de aquellos
que, incluso creyendo poder circunscribir los casos al interior de los
estados, no alcanzaban a ver la amenaza que se cernía sobre sus países y
el resto del mundo. Ya no eran solo China y algunos países cercanos
como Tailandia, Singapur o Corea. Ahora eran también Irán, Israel. Y
casi toda Europa occidental. Los controles fallaban. Las medidas
gubernamentales destinadas a acotar las consecuencias humanas del virus,
fracasaban. Y lo que es peor, para quienes de este lado del globo
observábamos con modesta atención lo que allende el océano ocurría, las
esperanzas de salir indemnes del virus se hacían cada vez mas pequeñas.
Comenzaron a surgir cuestionamientos a los gobiernos, sobre todo a los
europeos. Por ejemplo en Inglaterra, la pregunta de por qué no se
tomaron medidas con anticipación, tenían respuestas casi infantiles,
habida cuenta la cantidad creciente de victimas en Italia y España,
desde donde el virus había partido hacia el resto del continente. A las
respuestas de los líderes, se sumaron los cuestionamientos sobre una
serie de debates que hace tiempo venían siendo los mas importantes en
las agendas de los estados: los fondos de pensión, los sistemas de salud
y las políticas migratorias. Y, notablemente, que el virus afecta
principalmente a dos de los estamentos sociales mas interesados en estas
cuestiones: los adultos mayores y las personas con enfermedades
preexistentes.
Todo esto ha suscitado una creciente sospecha acerca
del origen del virus, pero sobre todo, acerca de los enfoques de los
países para combatirlo. Estas cuestiones dividen a Europa. Los notables
incrementos en la esperanza de vida en casi todos los países han hecho
dudar acerca de la viabilidad de los sistemas jubilatorios, y en
particular, de los sistemas de salud, en un contexto conocido como
segunda transición demográfica *, en que las tasas bajas de mortalidad,
los adelantos tecnológicos y sobre todo, el incremento de las
migraciones, han cambiado la fisonomía de las sociedades y generado
nuevos desafíos. Es por ello que muchos han visto en este virus, una
suerte de “plan” maestro para que, en una especie de vuelta de tuerca a
la teoría Malthusiana** , se frene el crecimiento poblacional de los
adultos mayores en algunos países, donde las tasas de envejecimiento son
demasiado altas, las tasas de mortalidad son muy bajas y los fondos de
retiro no dan abasto a esa creciente tercera edad. Y si a eso le sumamos
las crecientes restricciones migratorias, surgidas de las medidas para
frenar la expansión del virus, podemos observar que las aprensiones de
muchos, son mas que fundadas.
Tres cuestiones aparecen claramente:
que el virus, según los expertos, ha venido para quedarse. Que las
estrategias de los países mas poderosos no se han mostrado lo
suficientemente efectivas para contenerlo. Y que el mundo emergente de
la post pandemia, será absolutamente diferente: unas nuevas relaciones
internacionales emergerán, con nuevos clivajes y nuevos protagonistas.
Eso es seguro….
Hoy, septiembre de 2020, esas observaciones de
marzo, en que evaluábamos el potencial de contagio y muerte del
coronavirus, no son solo una realidad, sino que hacen de algunos de
nuestros peores temores, una certeza cotidiana: 28 millones de
contagiados, casi un millón de muertos, y muchos interrogantes acerca
del futuro del mundo frente a una pandemia que promete no ceder, y ante
una cura que parece demorar demasiado.
*El término segunda
transición demográfica fue acuñado por Ron Lesthaeghe y D.J. van de Kaa,
en el año 1986, para referirse a los patrones de cambio en la
constitución y reproducción de las familias después de la segunda guerra
mundial, y que dan cuenta, entre otras cosas, de la llamada revolución
reproductiva, que supone una disminución de la fecundidad (número de
hijos por mujer). Ello se debe a que los recién nacidos tienen por
delante una vida más larga que sus antepasados. Se trata de un cambio
sin precedentes en las civilizaciones anteriores con consecuencias,
políticas, económicas y sociales son enormes.
**Thomas Malthus
enunció su teoría sobre población en An essay on the principles of
population, la cual indicaba que la población aumentaría
geométricamente, mientras que la producción de comida solo aumentaría en
una proporción aritmética. De esta forma, aparecería una escasez en el
largo plazo que requeriría un descenso de la tasa de natalidad. La
explicación de muchos teóricos en la actualidad es una suerte de
reversión de la teoría, que supondría que el freno al crecimiento
poblacional provendría de un aumento en la tasa de mortalidad.
Por: Lic. (Mg) Milena Barada
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