GATO DE AMÉRICA
Le da igual la montaña que el llano, la selva que el desierto…Esta prodigiosa capacidad de adaptación le permitió poblar el continente de punta a punta y convertirse en su felino emblemático. Habita desde Canadá hasta el Estrecho de Magallanes y del Océano Pacífico hasta el Atlántico. Es un león sin melena pero con toda la garra de su estirpe. Seguramente cada lector ha escuchado hablar de él y hasta habrá podido verlo en alguna salida de campo, se trata nada menos que de El Puma.
Hubo en el siglo XIX un marino, explorador y escritor nacido en Italia aunque de padres ingleses llamado George Chaworth Musters, mayormente conocido a raíz de un viaje de exploración que realizó por el interior de la Patagonia en compañía de una tribu de indios tehuelches, viaje que luego relata en uno de sus libros titulado “Vida entre los Patagones”, allí expresa el autor la observación simple y certera hecha por uno de los indios que lo acompañaba; al refrenar su caballo ante la aparición repentina de un puma el indio exclamó: “- ¡ Miren qué ojos de diablo!-“, en esas cinco palabras sintetizó el tehuelche la esencia de este imponente felino.
Los científicos lo llaman “Puma concolor”, nombres correspondientes a su género y especie. Es un cazador solitario y de los mejor equipados, posee sentidos de increíble agudeza, dientes como dagas y poderosas garras que mantiene filosas arañando troncos- tal como lo hacen nuestros gatos domésticos, que como el puma, son felinos al fin- Su agilidad es tanta que en la selva se lo vio cazar monos saltando de rama en rama con la elegancia de un acróbata, o arrojarse de alturas superiores a los 15 metros, o saltar en largo con brincos de 12 metros para alcanzar una presa veloz. Tiene virtudes de estratega y una envidiable coordinación muscular que le permiten atrapar especies que lo superan en tamaño y velocidad, como ciervos y guanacos. En la provincia de Córdoba, en el Departamento San Justo existe la localidad de “El Arañado” en homenaje a una pareja de pumas que ha dejado marcas de sus garras en el duro tronco de los algarrobos, allí hay dos hermosas esculturas de pumas de tamaño real que los recuerdan.
Pasa la mayor parte del día durmiendo sobre árboles, en cuevas o hundido en densos pajonales (es el caso de nuestra región costera), cuando oscurece llega el momento en que sale a buscar su comida, por lo común bate su territorio de caza siguiendo un circuito fijo que puede demandarle hasta 18 días. Infatigable caminante llega a cubrir más de 40 kilómetros en una sola noche.
Tal como cuando nuestro gato doméstico intenta cazar una laucha, el puma con la panza pegada al suelo, las patas tensas y la mirada clavada en el objetivo, se acerca hasta tener su presa a tiro de un salto. Admirado por los indios matacos quienes recurrían a la raspadura de sus huesos para adquirir así su fuerza, su astucia y un sigilo que los volviera insuperables en el robo de caballos.
Toda carne resulta comestible para este felino, zorrinos, puercoespines y langostas integran su dieta, si se trata de presas de considerable tamaño, come usualmente sólo una parte, luego tapa los restos con ramas, paja o tierra para “picar más tarde”. Puede parecer un despiadado carnicero pero es un eficiente instrumento de equilibrio natural que evita la superpoblación de muchas especies.
Para un puma no hay peor enemigo que un conjunto de perros (jauría) escapa con sólo olfatearlos y puede correr durante medio día sin que le den alcance, para despistar a los perseguidores ejecuta tácticas como volver sobre su rastro, pero cuando finalmente es descubierto trepa a salientes rocosas o árboles de mediana altura y desde lo alto contempla con calma a la perrada furibunda hasta que salta por sobre los ladridos para continuar la huída…claro que detrás de los perros suele venir el hombre armado, lamentablemente el arma y sólo el arma pone al humano en superioridad y logra matar al puma. Contra la creencia general, el puma no le teme al vigoroso y enorme yaguareté, es más, le encanta fastidiarlo porque sabe que puede compensar su corpulencia y poderío con agilidad y audacia, en cambio sus peleas con el yacaré suelen terminar mal: el reptil se hunde con las uñas del puma hondamente clavadas y éste muere ahogado sin soltar la presa.
Se dice que los amores del puma son “ amores de estudiante ”por su brevedad ya que macho y hembra pasan juntos no más de las dos semanas que dura el período de celo, es entonces cuando cazan en equipo y duermen juntos, pero antes el macho tuvo que dominar a los demás pretendientes a fuerza de zarpazos y dentelladas. Luego del período de celo desaparece del escenario, los cachorros (usualmente son dos) nacen a los tres meses de gestación cubiertos de un pelaje amarillento con manchas negras que hizo creer erróneamente al Inca Garcilaso de laVega que eran cruza con yaguareté.
La madre se encarga por entero de la crianza, mimos y juegos pronto ceden paso al entrenamiento para la vida: por riguroso turno de a una, las crías acompañan a su madre en las salidas de caza mientras la restante aguarda a prudencial distancia para no perjudicar la batida, así van asimilando estrategias y trucos. Cada puma delimita su territorio de caza con montículos de hojas y ramitas sobre los que orinan escrupulosamente. A veinte meses de la parición la sabia Naturaleza hace que los cachorros adquieran independencia y abandonen el coto familiar. Este hábito evita la sobreexplotación de los recursos y con ello, el hambre.
Nuestro recordado Perito Moreno (Francisco Pascasio Moreno 1852-1919) a quien le debemos entre muchas otras cosas la donación de las tierras para crear el Parque Nacional Nahuel Huapi, solía contar que estando en la Patagonia a orillas de un arroyo cordillerano, bebiendo de sus aguas cristalinas, un puma le saltó muy cerca, dio unos zarpazos al aire y huyó, en realidad está comprobado que los pumas rara vez atacan al hombre, en EEUU y Canadá existen estadísticas que revelan 53 agresiones en 100 años, generalmente ataques provocados por pumas jóvenes e inexpertos, de los 53, sólo 9 fueron fatales. Lo cierto es que merodea campamentos e incluso personas dormidas a cielo abierto sin provocar el menor rasguño.
Ruy Díaz de Guzmán (primer escritor nacido en el Virreinato del Río de la Plata. Asunción, 1559-1629) trajo a la luz el caso de La Maldonada mujer que prefirió las tolderías pampas al hambre de la primera Buenos Aires, pero los españoles la recobraron y la condenaron a ser devorada por las fieras que asediaban el poblado, nadie previó que una puma y sus cachorros mantendrían a raya a las otras fieras montando guardia cerca del árbol al que fue atada la Maldonada, este hecho salvó la vida de la mujer, se tomó como un milagro, los españoles tuvieron clemencia por ella y la liberaron.
Si bien todavía se puede encontrar al puma en casi todo nuestro territorio, su presencia es cada vez más escasa. La destrucción de las áreas silvestres es la causa principal, los ganaderos suelen también combatirlos, acusan al puma de provocar innecesarios estragos y les asiste algo de razón, su alimento preferido es la sangre de los animales que caza, en especial en zonas donde escasea el agua, además acostumbra a cazar más de lo que precisa. Las hembras resultan extremadamente dañinas en particular cuando enseñan a su prole a cazar.
En Argentina siempre existió “piedra libre” para el exterminio del puma, ayer nomás, los gauchos los enlazaban y los arrastraban a la cincha hasta triturarlos. Hoy las estancias colocan trampas, cebos tóxicos o contratan “leoneros” para que les metan bala, y los gobiernos dejan el asunto en manos de los cazadores deportivos sin ejercer demasiados controles. Nadie parece preocupado por el futuro del felino, por más que varias naciones americanas- y algunas de nuestras provincias- ya se hayan visto obligadas a incluirlo entre los animales protegidos…después de todo, fuimos nosotros quienes introdujimos en sus cotos de caza la tentación de presas fáciles, él estuvo desde siempre, este territorio le pertenece, tiene sus derechos.
Hubo en el siglo XIX un marino, explorador y escritor nacido en Italia aunque de padres ingleses llamado George Chaworth Musters, mayormente conocido a raíz de un viaje de exploración que realizó por el interior de la Patagonia en compañía de una tribu de indios tehuelches, viaje que luego relata en uno de sus libros titulado “Vida entre los Patagones”, allí expresa el autor la observación simple y certera hecha por uno de los indios que lo acompañaba; al refrenar su caballo ante la aparición repentina de un puma el indio exclamó: “- ¡ Miren qué ojos de diablo!-“, en esas cinco palabras sintetizó el tehuelche la esencia de este imponente felino.
Los científicos lo llaman “Puma concolor”, nombres correspondientes a su género y especie. Es un cazador solitario y de los mejor equipados, posee sentidos de increíble agudeza, dientes como dagas y poderosas garras que mantiene filosas arañando troncos- tal como lo hacen nuestros gatos domésticos, que como el puma, son felinos al fin- Su agilidad es tanta que en la selva se lo vio cazar monos saltando de rama en rama con la elegancia de un acróbata, o arrojarse de alturas superiores a los 15 metros, o saltar en largo con brincos de 12 metros para alcanzar una presa veloz. Tiene virtudes de estratega y una envidiable coordinación muscular que le permiten atrapar especies que lo superan en tamaño y velocidad, como ciervos y guanacos. En la provincia de Córdoba, en el Departamento San Justo existe la localidad de “El Arañado” en homenaje a una pareja de pumas que ha dejado marcas de sus garras en el duro tronco de los algarrobos, allí hay dos hermosas esculturas de pumas de tamaño real que los recuerdan.
Pasa la mayor parte del día durmiendo sobre árboles, en cuevas o hundido en densos pajonales (es el caso de nuestra región costera), cuando oscurece llega el momento en que sale a buscar su comida, por lo común bate su territorio de caza siguiendo un circuito fijo que puede demandarle hasta 18 días. Infatigable caminante llega a cubrir más de 40 kilómetros en una sola noche.
Tal como cuando nuestro gato doméstico intenta cazar una laucha, el puma con la panza pegada al suelo, las patas tensas y la mirada clavada en el objetivo, se acerca hasta tener su presa a tiro de un salto. Admirado por los indios matacos quienes recurrían a la raspadura de sus huesos para adquirir así su fuerza, su astucia y un sigilo que los volviera insuperables en el robo de caballos.
Toda carne resulta comestible para este felino, zorrinos, puercoespines y langostas integran su dieta, si se trata de presas de considerable tamaño, come usualmente sólo una parte, luego tapa los restos con ramas, paja o tierra para “picar más tarde”. Puede parecer un despiadado carnicero pero es un eficiente instrumento de equilibrio natural que evita la superpoblación de muchas especies.
Para un puma no hay peor enemigo que un conjunto de perros (jauría) escapa con sólo olfatearlos y puede correr durante medio día sin que le den alcance, para despistar a los perseguidores ejecuta tácticas como volver sobre su rastro, pero cuando finalmente es descubierto trepa a salientes rocosas o árboles de mediana altura y desde lo alto contempla con calma a la perrada furibunda hasta que salta por sobre los ladridos para continuar la huída…claro que detrás de los perros suele venir el hombre armado, lamentablemente el arma y sólo el arma pone al humano en superioridad y logra matar al puma. Contra la creencia general, el puma no le teme al vigoroso y enorme yaguareté, es más, le encanta fastidiarlo porque sabe que puede compensar su corpulencia y poderío con agilidad y audacia, en cambio sus peleas con el yacaré suelen terminar mal: el reptil se hunde con las uñas del puma hondamente clavadas y éste muere ahogado sin soltar la presa.
Se dice que los amores del puma son “ amores de estudiante ”por su brevedad ya que macho y hembra pasan juntos no más de las dos semanas que dura el período de celo, es entonces cuando cazan en equipo y duermen juntos, pero antes el macho tuvo que dominar a los demás pretendientes a fuerza de zarpazos y dentelladas. Luego del período de celo desaparece del escenario, los cachorros (usualmente son dos) nacen a los tres meses de gestación cubiertos de un pelaje amarillento con manchas negras que hizo creer erróneamente al Inca Garcilaso de laVega que eran cruza con yaguareté.
La madre se encarga por entero de la crianza, mimos y juegos pronto ceden paso al entrenamiento para la vida: por riguroso turno de a una, las crías acompañan a su madre en las salidas de caza mientras la restante aguarda a prudencial distancia para no perjudicar la batida, así van asimilando estrategias y trucos. Cada puma delimita su territorio de caza con montículos de hojas y ramitas sobre los que orinan escrupulosamente. A veinte meses de la parición la sabia Naturaleza hace que los cachorros adquieran independencia y abandonen el coto familiar. Este hábito evita la sobreexplotación de los recursos y con ello, el hambre.
Nuestro recordado Perito Moreno (Francisco Pascasio Moreno 1852-1919) a quien le debemos entre muchas otras cosas la donación de las tierras para crear el Parque Nacional Nahuel Huapi, solía contar que estando en la Patagonia a orillas de un arroyo cordillerano, bebiendo de sus aguas cristalinas, un puma le saltó muy cerca, dio unos zarpazos al aire y huyó, en realidad está comprobado que los pumas rara vez atacan al hombre, en EEUU y Canadá existen estadísticas que revelan 53 agresiones en 100 años, generalmente ataques provocados por pumas jóvenes e inexpertos, de los 53, sólo 9 fueron fatales. Lo cierto es que merodea campamentos e incluso personas dormidas a cielo abierto sin provocar el menor rasguño.
Ruy Díaz de Guzmán (primer escritor nacido en el Virreinato del Río de la Plata. Asunción, 1559-1629) trajo a la luz el caso de La Maldonada mujer que prefirió las tolderías pampas al hambre de la primera Buenos Aires, pero los españoles la recobraron y la condenaron a ser devorada por las fieras que asediaban el poblado, nadie previó que una puma y sus cachorros mantendrían a raya a las otras fieras montando guardia cerca del árbol al que fue atada la Maldonada, este hecho salvó la vida de la mujer, se tomó como un milagro, los españoles tuvieron clemencia por ella y la liberaron.
Si bien todavía se puede encontrar al puma en casi todo nuestro territorio, su presencia es cada vez más escasa. La destrucción de las áreas silvestres es la causa principal, los ganaderos suelen también combatirlos, acusan al puma de provocar innecesarios estragos y les asiste algo de razón, su alimento preferido es la sangre de los animales que caza, en especial en zonas donde escasea el agua, además acostumbra a cazar más de lo que precisa. Las hembras resultan extremadamente dañinas en particular cuando enseñan a su prole a cazar.
En Argentina siempre existió “piedra libre” para el exterminio del puma, ayer nomás, los gauchos los enlazaban y los arrastraban a la cincha hasta triturarlos. Hoy las estancias colocan trampas, cebos tóxicos o contratan “leoneros” para que les metan bala, y los gobiernos dejan el asunto en manos de los cazadores deportivos sin ejercer demasiados controles. Nadie parece preocupado por el futuro del felino, por más que varias naciones americanas- y algunas de nuestras provincias- ya se hayan visto obligadas a incluirlo entre los animales protegidos…después de todo, fuimos nosotros quienes introdujimos en sus cotos de caza la tentación de presas fáciles, él estuvo desde siempre, este territorio le pertenece, tiene sus derechos.
Por: Bibiana Manfroni
Bibliografía: Fauna Argentina, dramas y prodigios del bicherío.
Roberto Rainer Cinti. Ed. Emecé.
Los Mamíferos de la Argentina y la Región Austral de
Sudamérica. A. Parera. F. Erize. Ed. El Ateneo.
Roberto Rainer Cinti. Ed. Emecé.
Los Mamíferos de la Argentina y la Región Austral de
Sudamérica. A. Parera. F. Erize. Ed. El Ateneo.
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