UN RELATO INTRASCENDENTE ENCONTRADO EN UN MAIL

¿Es injusta la vida? o ¿somos nosotros injustos con la vida? No contesté antes porque fui al campo. Vi, no los amaneceres sobre el mar como acostumbro a verlos habitualmente sino sobre unos cipreses y robles que se dibujaban en una llanura espesa de trigales. Y me di cuenta lo bien que me hizo el haberme alejado de la ruidosa vida urbana. Fue un encuentro conmigo mismo a través de lo acotado del horizonte en el silencio más profundo de un amanecer sólo poblado del trino de los pájaros. Fue un encuentro casi místico con la naturaleza. Fue un alejamiento aunque fuera momentáneo de esa mente calculadora donde todo lo mide con el más y con el menos, con el quantum de la ganancia y la pérdida. El encuentro con el auténtico ser está en los colores del pintor o en las letras del poeta, recuperando la esencia y dejando atrás la apariencia del mundo reflejado únicamente en la mentalidad calculadora. 
Un transitar por la parte de mi ser cuya esencia es humus y tallo del trigal que aún no fue recogido para ser consumido en los mercados.
Muy hermosa paleta cuando refleja colores luminosos quizá como los de los pintores impresionistas. Lagos azules que reflejan un cielo diáfano y claro, un sol radiante que nos permitan transitar los caminos poblados de árboles donde se derrame el verde que alguna vez lo relacionamos con la esperanza. Ver los zuecos de Van Gogh, impregnados de barro y vislumbrar en ellos el arduo trabajo del labrador volviendo del campo, pensando en descansar después de una ardua tarea de sacarles frutos a la tierra, en la acogedora morada de su hogar, como lo describe Heidegger. Que refulja una verdad que consustancial con la tierra, nos remita a lo inmediato de la vida haciéndonos invocar aquella experiencia tal que:
Cuanto más nos alejamos de la verdad originaria
más súbita es la caída, y
Retornar levantando la mirada al cielo
Y ver volar libremente a los pájaros.
Por: Héctor Cobas - hectorco@infovia.com.ar

Comentarios

Entradas populares