ANCIANIDAD
En todo el mundo se celebra, el 21 de junio, el Día de la Ancianidad, día en que se realizó la primera asamblea dedicada al envejecimiento en la Organización de las Naciones Unidas.
En nuestro país, el 28 de agosto de 1948, Evita leyó en el Ministerio de Trabajo, una proclama titulada “Derechos de la Ancianidad”, realizada en la Fundación Ayuda Social “María Eva Duarte de Perón”. Contemplaba la necesidad de asistencia, vivienda, alimentación, vestido, cuidado de la salud física y moral, esparcimiento, trabajo, tranquilidad y respeto.
Estos derechos de la ancianidad fueron incluidos en la Constitución de 1949, esta fue derogada en 1957 por el presidente de facto general Pedro Eugenio Aramburu, miembro de la llamada “Revolución Libertadora” que derrocó al presidente Juan Domingo Perón en 1955.
Senectud, del latín senectus, es la ancianidad o la vejez, la etapa que sigue en la vida a la madurez. Suele decirse que la primera edad es la infancia, la segunda la adultez y la senectud es la tercera edad.
No existen parámetros biológicos exactos que las separen, que determinen cuando una persona sale de una edad e ingresa a la otra, porque el desarrollo vital es un proceso progresivo y continuo. Por eso, en ciertos contextos, los límites de cada edad son determinados por la sociedad.
Suele decirse que a la edad de la jubilación comienza la vejez en la vida de una persona. A nivel económico deja de producir, se convierte en un sujeto pasivo. Esto le permite tener más tiempo libre, que podrá aprovechar en mayor o menor medida de acuerdo al estado de su salud y de los ingresos a los que accede.
Es importante señalar ciertas diferencias en esta llamada tercera edad. Primero está la vejez, de acuerdo a las características de cada época varia la edad en la que se entra en esta etapa, hay diccionarios, por ejemplo, que marcan los 70 años. Después llega la ancianidad, la última etapa de nuestras vidas.
Ni vejez, ni ancianidad denotan un deterioro pronunciado del organismo y es ahí donde se distinguen de senectud.
En la senectud, biológicamente hay un deterioro del organismo, surgen problemas como la osteoporosis, la artrosis y el mal de Alzheimer muy vinculados a la edad avanzada.
Uno de los problemas más graves de esta etapa de la vida es la dificultad para adaptarse a las nuevas situaciones y a los inevitables cambios. Se pierde el papel que se desempeñaba en la sociedad al dejar de trabajar, también cambian muchas cualidades físicas y mentales, y económicamente, en las diferentes economías, las personas llegan a este momento de su vida y se encuentran en muchas ocasiones, ante una realidad que no les gusta, que los oprime y que les afecta psicológicamente.
Por eso es muy importante aceptar esta etapa de la vida y tratar de poner en práctica una serie de consejos que seguramente nos darán. Entre los más importantes se encuentran los siguientes: aceptar los cambios de todo tipo que se experimenten, encontrar actividades que nos permitan relacionarnos con otras personas y sentirnos útiles, disfrutar en lo posible de las experiencias que quisimos tener y nunca habíamos realizado.
Bienvenida del Carmen de Vera, profesora dela Universidad de las Palmas de Gran Canaria dijo: “La vejez es una realidad que suele ser rechazada por los que aún no han llegado a ella y, a menudo, mal vivida por los propios ancianos. En nuestra época, se ha puesto de manifiesto una recuperación por el interés que el anciano despierta. Interés por su estudio y análisis pero no por su aprovechamiento vital como había sucedido secularmente a lo largo de la historia. En la actualidad, de revisión y de reivindicación constante de diversos y múltiples patrimonios mundiales, es necesario apostar por el reconocimiento que la vejez debe tener como patrimonio inmaterial de la humanidad.”
Por: Cecilia Martínez
Fuente: Internet
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