NOS INVADEN POR AIRE, AGUA Y TIERRA



Haciendo compras en el supermercado nos ponemos a mirar las etiquetas de los productos y vemos que su procedencia es de diversos países del mundo: dentífricos de Brasil, queso crema de Estados Unidos, maíz dulce de Italia, por citar unos pocos ejemplos, comprobamos así que nuestra identidad cultural se va diluyendo gradualmente y somos cada vez más parecidos a ciudadanos de otros países, esta es la tan mentada globalización que tiene otros ribetes insospechados para muchos argentinos, porque también ha llegado al terreno biológico invitándonos a compenetrarnos en el serio problema de las especies exóticas invasoras.
Cuando pensamos en invasiones, enseguida vienen a nuestra mente las “inglesas” que estudiamos en la escuela, pero existen otras no menos importantes como las invasiones biológicas, son en realidad un fenómeno casi tan antiguo como la humanidad pero en tiempos recientes ha aumentado enormemente su magnitud.
En sus viajes el hombre ha transportado especies desde tiempos inmemoriales, voluntariamente algunas, inadvertidamente otras, muchas de estas especies exóticas se establecen con éxito en su nuevo ambiente, se reproducen y algunas de ellas se expanden volviéndose invasoras, ocasionan entonces graves daños al ambiente, muchas veces a la economía transformándose en un serio problema, son consideradas la segunda causa de extinción de especies en el mundo, sólo superadas por la destrucción de los habitats, por eso se recomienda erradicarlas o controlarlas en la medida de lo posible.
¿Por qué se introducen especies exóticas? Las razones son variadas: desde el deseo de los inmigrantes de recrear un ambiente lo más parecido posible al que han dejado en su patria, los fines de traer especies para luego cazarlas o pescarlas, hasta escape de planteles enteros de animales de criaderos, o de mascotas domiciliarias, todo esto sin tener en cuenta los organismos que viajan por las suyas, es decir, como polizones en el transporte de diversas mercancías. Argentina ocupa un lugar destacado por la cantidad de especies invasoras que la habitan, entre ellas moluscos e insectos son muy numerosos aunque poco estudiados. Las plantas introducidas superan las mil especies y los vertebrados son ya más de cien especies, a esto debemos agregar un número desconocido de hongos, virus, bacterias, etc.
En el aire, la invasión emplumada: En las últimas décadas se sumaron nuevas especies de aves a la lista de invasoras de nuestro país, algunas potencialmente bastante dañinas tanto para la conservación como para la economía. Merece destacarse el caso del estornino pinto ( Sturnus vulgaris), que escapó o fue liberado en Buenos Aires durante los años 80 y ha expandido mucho su distribución, en Nueva York esta misma especie fue liberada y en algunas décadas se expandió por alrededor de siete millones de kilómetros cuadrados, causando multimillonarios daños sobre todo en la agricultura a pesar del enorme esfuerzo del Estado destinado a su control. Esperemos que no se repita esta misma historia en nuestro país, ya que por estas latitudes el esfuerzo estatal viene siendo casi nulo.
Pesos pesados que llegan por agua: Muchos lectores habrán admirado alguna vez en documentales, las asombrosas migraciones de los salmones norteamericanos remontando enormes cascadas para llegar al sitio de desove, estos salmones ya fueron detectados en la cuenca del río Futalaufquen en Chubut, provenientes de Chile, escapados de las granjas marítimas de salmonicultura ( las cuales, además contaminan las aguas con antibióticos que les suministran a estos salmones en forma preventiva de infecciones que podrían hacer disminuir la rentabilidad…)
También procedentes de granjas de piscicultura pero esta vez de la República Oriental del Uruguay la cuenca del Plata recibió sus primeros esturiones del Atlántico, al punto que su expansión llegó a la cuenca baja del Paraná, incluso a la altura de La Paz ( Entre Rios) donde muchos de ellos fueron pescados con anzuelos. Existen numerosos casos de invasión por agua en nuestros ríos y en el mar, los dos casos citados tienen la finalidad de ejemplificar sin caer en enumeraciones tediosas.
Los que nos vienen a invadir por tierra: Por citar sólo algunos, los ciervos rojos europeos que abundan en los bosques pampeanos y patagónicos y los castores canadienses que ocupan grandes áreas de Tierra del Fuego y generan diques artificiales que hasta llegan a alterar el cauce de los ríos, la ardilla vientre rojo de origen asiático, en expansión en el noreste de la provincia de Buenos Aires, que afecta el tendido eléctrico en algunas localidades porque roe los cables.
No podemos dejar de mencionar los “invasores verdes”, del reino vegetal: los cardos son tan comunes y antiguos en gran parte del país que ya Carlos Darwin, en su paso por nuestras tierras en 1858 comentaba sobre su increíble expansión. La rosa mosqueta, cubre una extensa franja en cercanías de la cordillera y continúa su marcha expansiva. Las plantas introducidas en nuestro país superan las mil especies.
En síntesis, la Argentina ocupa un lugar destacado por la cantidad de especies invasoras que la habitan, además de moluscos e insectos que son muy numerosos aunque poco estudiados. Debemos agregar también un número desconocido de hongos, virus, bacterias, etc.
El impacto: Las consecuencias que causan las especies foráneas sobre el medio ambiente muchas veces parecen poco evidentes porque algunos efectos en los ecosistemas son lentos o graduales, por eso difíciles de observar, pero cuando se vuelven evidentes, ya son muy graves y a veces irreversibles. Entre estos efectos vale mencionar:
1-Cambios genéticos por hibridación.
2-Modificación de la estructura del hábitat originario.
3-Cambios en la composición química del suelo y a su vez en su flora y fauna.
4-Disminución en el número de especies nativas por competencia.
5-Aumento de la erosión del suelo.
6-Alteración del régimen hídrico.
Todo lo enumerado puede llevar a la extinción local o total de especies nativas.
Aquí también como en tantos otros problemas que debemos enfrentar los argentinos, es fundamental la educación ya que un serio inconveniente es la compañía de nuestra vieja enemiga: la ignorancia. El desconocimiento de nuestra flora y fauna nativas nos lleva a no poder identificar a las especies exóticas invasoras y a subestimar su potencial daño.
Devolviendo favores: También la flora y fauna argentina llega a ser invasora en otros países, así nuestro coipo o nutria fue introducido en el Reino Unido y también en los Estados Unidos causando serios trastornos. En Gran Bretaña lograron erradicarlo con trampas en varios años.
Nuestros populares repollitos de agua y camalotes protagonizaron tremendas invasiones en ríos de África, Asia y América del Norte poniendo en riesgo vidas humanas al modificar totalmente el régimen hídrico y la disponibilidad de alimento para poblaciones locales.
La hormiga argentina (nuestra hormiga negra) es un depredador agresivo que desplaza a otras hormigas nativas e insectos polinizadores generando graves problemas en Hawai, California, Sudáfrica, por nombrar algunos de los tantos sitios en los que se diseminó.
Las invasiones de especies foráneas son un problema global. Por eso se han puesto en marcha programas internacionales de acción conjunta, un punto clave es la prevención para poder evitar los ingresos a través de adecuada instrumentación de las normas capacitando personal de aduana o policial.
Por: Bibiana Manfroni
Bibliografía: Fundación Vida Silvestre “ Los nuevos invasores” Alberto Scorolli.
Buenos Aires. La Historia de su Paisaje Natural. Fundación de Historia Natural Félix de Azara.

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