EL TIEMPO COMO RECURSO ECONÓMICO

“En el siglo pasado se suponía que el aumento de productividad iba a implicar una reducción del tiempo de trabajo. A medida que se fuera desarrollando la tecnología, se suponía que el aumento del rendimiento iba a disminuir la jornada de trabajo. Quedarían más horas libres para que cada obrero o empleado “hiciera su vida”, se comunicara con los demás y con la naturaleza y participara de la vida social en términos no “productivos”.
(…) El aumento de la productividad ha determinado un gran desarrollo de la capacidad de consumo, en gran medida de artículos superfluos, inútiles; pero no ha provocado una disminución del tiempo que se dedica al trabajo. El trabajador está preso de las cosas que compra y paga en cuotas, y al servicio de las cuotas el quema su tiempo. (…) El ciudadano medio de la civilización industrial siente miedo y culpa por disponer de un tiempo demasiado importante “sin nada para hacer”.
El tiempo ha hecho aparición en la economía. Es, ahora, un “recurso”. Esta concepción del tiempo, totalmente extraña a las civilizaciones anteriores, aumenta el valor de este “recurso” en proporción directa a su escasez.
El tiempo del sueño se considera, cada vez más, un tiempo desperdiciado. Para convertirlo en un tiempo rentable, se ensayan actualmente métodos de enseñanza durante el sueño. Se aprende ingles durmiendo. El vértigo sin tregua y sin poesía aumenta locamente el consumo de píldoras, barbitúricos, tranquilizantes, pastillas digestivas. También el tiempo que se destina a la comida es cada vez menor. Se almuerza y se cena a la disparada, para cumplir con la exigencia biológica, y ya el acto de comer no es, como en otros tiempos, una ceremonia sagrada de comunicación humana.”
Este texto es parte de, Los esclavos de la abundancia, escrito por Eduardo Galeano en el año 1978.
Fuente: Eduardo Galeano/ Nosotros decimos no.

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